Es hora de que miremos a Sedapal con ojos estratégicos y no tácticos, señala el columnista. (Foto: Grupo El Comercio)
Es hora de que miremos a Sedapal con ojos estratégicos y no tácticos, señala el columnista. (Foto: Grupo El Comercio)

Como nos indicaron al inicio de la pandemia, hay tres acciones que nos ayudan a cortar la transmisión del virus: lavarse las manos, distanciamiento social y uso de mascarillas. A ello sumamos luego las vacunas.

Al iniciarse la nueva administración pública, las ofertas de millones en obras de salud y atención primaria se siguen enfocando en el siempre loable, pero finalmente reactivo, esfuerzo de mitigar y no prevenir.

No podemos lavarnos las manos todos, todo el tiempo, si no se acomete el esfuerzo de dotar de nuevas reservas de agua a Lima y sus 10 millones de habitantes. Seguimos sin nuevas iniciativas de captación de recursos hídricos. Esto viene sucediendo por muchos años consecutivos. Queremos entregar más agua a más gente sin aumentar nuestros reservorios para el estiaje.

Esto no puede seguir indefinidamente. Más temprano que tarde, otro año seco tendrá lugar en los Andes centrales y con ello la posibilidad de racionar el agua para la gente. Lo vivimos en 1992, 2004 y puede volver a suceder.

Es hora de que miremos a Sedapal con ojos estratégicos y no tácticos. Los reservorios de la cordillera solo alcanzan para un periodo de estiaje seguido por un año normal o semiseco. Si es seco, en el estiaje siguiente tendremos que racionar nuestro

consumo.