Las lluvias se han vuelto recurrentes en el ámbito general de la sierra y selva, señala el columnista.
Las lluvias se han vuelto recurrentes en el ámbito general de la sierra y selva, señala el columnista.

Al cierre de esta columna, las lluvias se han vuelto recurrentes en el ámbito general de la sierra y selva. Muchas llegando a Lima, inclusive.

Los últimos vestigios de los incendios forestales típicos de primavera desaparecieron. Llueve por doquier.

Estamos y estaremos a lo largo del verano influenciados por un enfriamiento atípico del océano Pacífico en su porción ecuatorial que, comúnmente, llamamos La Niña.

Un evento de La Niña puede, además, enfriar excesivamente la costa peruana. Ello no está sucediendo y, por lo tanto, no esperamos que La Niña del Pacífico termine, además, siendo en el verano una Niña costera.

Eso tiene sus ventajas: en la pesca permite una mejor captura de la anchoveta, cuya temporada de pesca está en curso y, además, en el ámbito climático, puede favorecer que las lluvias que generalmente son abundantes en el sur y centro de la sierra también lo sean en el norte.

Precisamente la primera quincena de lluvias en el norte ha sido singularmente buena y pronto empezaremos a ver los campos de arroz bajo riego.

Viene la segunda quincena de diciembre con pronósticos de lluvias más continuos que contundentes. Eso es bueno. Más aún si, como se espera, el verano trae episodios intensos de lluvias en el interior estimulados por La Niña.