Una parte seca del lecho del río Loira en Montjean-sur-Loire, el oeste de Francia, debido a que las condiciones de sequía prevalecen en gran parte de Europa occidental, que sufre una nueva ola de calor. (Foto: AFP)
Una parte seca del lecho del río Loira en Montjean-sur-Loire, el oeste de Francia, debido a que las condiciones de sequía prevalecen en gran parte de Europa occidental, que sufre una nueva ola de calor. (Foto: AFP)

El jueves, una ola de calor entre Europa central y occidental produjo una lluvia de récords históricos de temperaturas. Por ejemplo, el récord absoluto alemán fue superado en más de 2 °C mientras lo mismo sucedía en París, que al igual que Alemania, lleva casi un siglo y medio de mediciones a cuestas. Muchas otras ciudades europeas vieron caer sus récords multidecadales en más de 3 °C o inclusive más de 4 °C.

No solo eran sensacionales los cientos de miles de kilómetros cuadrados con temperaturas sobre 40 °C; sino más aún la holgura con la que se batieron los récords.

El calentamiento global avanza y, con él, el progresivo cambio climático.
Bjorn Stevens, director del Instituto Max Planck de Meteorología, está advirtiendo que el calentamiento global está afectando la forma en la que se distribuye la humedad en la atmósfera y con ello la nubosidad.

Sus estudios apuntan a un planeta menos nublado y con mayor radiación sobre la superficie.

Un mundo más cálido será cada vez menos adaptativo para los seres vivos que lo habitamos y particularmente para aquellos de los que nos alimentamos.

El cambio climático es, si no se frena, la última arma de destrucción masiva de la que dispondrá nuestra especie.

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