Con viento a favor. El sector financiero y seguros se expandió 7.46% al cierre de abril. (Rafael Cornejo)
Con viento a favor. El sector financiero y seguros se expandió 7.46% al cierre de abril. (Rafael Cornejo)

Acaba de reportarse un crecimiento del PBI propio de una economía emergente. La productividad cayó desde 2009, pero no le prestamos atención pese a que aportó la mitad del crecimiento, de cuando fuimos una economía emergente. La inversión privada se redujo desde inicios de 2014.

Los términos de intercambio aumentaron el año pasado y este, tras caer varios años. Usualmente, la economía crece en un contexto así. Pero esta vez no. Hicimos reformas en 1990-94 ambiciosamente. Esas circunstancias son irrepetibles. De ahí a hacer una o dos reformas por Gobierno hay una gran diferencia: desarrollarse o no.

En los últimos años, he oído con estupor a varias autoridades económicas enfatizando en la inversión pública. Replican la lógica de libros de macro de bachillerato. Citan multiplicadores calculados con datos macro, ignorando que aún no hay consenso sobre el impacto económico del New Deal, con datos y entre académicos de universidades líderes de EE.UU. No les parece relevante la ausencia de un plan de infraestructura, o mantenimiento adecuado, o la corrupción. Es increíble que tamaña tontería se repita tanto.

No hay instituciones sobre las que asentar reformas ambiciosas. Los grupos con incentivos suficientes para actuar lo hacen contra la sociedad. Solo queda, según la teoría de elección pública, que se la jueguen emprendedores políticos. Los dos sustantivos le quedan grandes al establishment.
Las facultades solicitadas permitirán algunos cambios importantes, pero la agenda pendiente es otra. Este Gobierno ya desperdició una oportunidad. Esta es la última. Es miope e irresponsable, pero tendremos que esperar a ver si el próximo Gobierno adopta reformas ambiciosas.

Peor aún, volvemos a ser complacientes con la recuperación de la actividad.

TAGS RELACIONADOS