Vizcarra dice que el Congreso no puede decir que está de vacaciones y no atender lo aprobado en referéndum. (Perú21)
Vizcarra dice que el Congreso no puede decir que está de vacaciones y no atender lo aprobado en referéndum. (Perú21)

¿Qué tan viable es el Perú? ¿Cuánta esperanza tiene de que lograremos algún día llegar a la OCDE? ¿Podremos efectivamente acabar con la corrupción? Y no solo la gran corrupción que beneficia a las grandes empresas y a los altos funcionarios de gobierno. ¿Qué hacemos con la pequeña corrupción, esa que eleva los costos de transacción de todos los emprendedores del Perú y de los ciudadanos de a pie en sus actividades diarias? ¿Podremos un día hacer trámites en alguna institución del Estado, sacar permisos y autorizaciones dentro de los plazos establecidos por ley sin que nadie nos pide una coima, contratar un tramitador, un primo o comprar una rifa en el camino? ¿Qué tanto país estamos construyendo para dejarle a nuestros hijos?

En el Perú se identifica la falta de productividad y la informalidad como dos de los problemas que deben enfrentarse para lograr un mayor y mejor crecimiento económico. Se cree que el destrabe y la reducción de costos de transacción serán suficiente para reactivar la economía y llevarnos al desarrollo. Pero dejamos de lado el serio problema de gobernabilidad que enfrentamos y que no está relacionado con temas económicos.

El deterioro del contrato social le ha permitido al presidente Vizcarra ser exitoso en su campaña (ilegal) a favor del referéndum. Este deterioro del contrato social y la falta de representación efectiva de los ciudadanos hace que la mayoría del país quiera que se vayan todos. Sin entender ni asumir las consecuencias de lo que ello implica. Pero lleva también a una constante lucha entre el mundo formal y el informal. Entre Lima y el resto del país. Entre San Isidro y los conos. Con un Estado que todos los años gasta miles de millones de soles, pero que no funciona. Que no escucha ni atiende al ciudadano. Un estado que no hace más que generarle barreras a los emprendedores en su intento de generación de empresa y riqueza.

Como todos los años en noviembre, la CADE reunió a los grandes empresarios para discutir los “problemas” del país. El problema es que, en el Perú, el sector empresarial de la CADE es un club privado en el que no está representada la gran mayoría de empresarios, ni se discuten los verdaderos problemas. El 71% de los peruanos cree que los empresarios son altamente propensos a la corrupción (Ipsos).

Mientras los grandes empresarios se aplauden unos a otros, Aduviri se hizo del Gobierno Regional de Puno, Tonconi en Tacna, Elmer Cáceres Llica en Arequipa y Mesías Guevara en Cajamarca. Todos ellos con su discurso antiminero. Y el Perú es un país minero. Sin minería no tenemos desarrollo.