En Puno, mineros han tomado la Plaza de Armas para protestar. (@Ro_Aliaga)
En Puno, mineros han tomado la Plaza de Armas para protestar. (@Ro_Aliaga)

El sábado pasado, el periodista Juan Carlos Tafur deslizó en su columna una conjetura bastante atrevida: algunas regiones de la zona sur, catalogadas como antisistema, con un fuerte sentimiento separatista por culpa del racismo, son en realidad hinchas del libre mercado. Ante semejante afirmación, es inevitable preguntarse si esto último tiene asidero en los hechos.

Coincido con Tafur en que no se debe criticar la elección de líderes radicales, como Aduviri en Puno, con argumentos racistas ni denostando al electorado. Finalmente, fueron ellos los que capitalizaron las necesidades de la población sureña. Sin embargo, considerar a Aduviri como liberal es un disparate.

Recordemos que el 26 de mayo de 2011, este dirigente azuzó a la población aimara para protestar contra la entrega de concesiones a la minera Bear Creek, lo que terminó en la toma de la ciudad y su saqueo. ¿De qué libre mercado hablamos si no hay respeto por los derechos de propiedad?
Si bien es legítimo que cualquier grupo de ciudadanos rechace aspectos de nuestra sociedad o economía (como la minería), muchas veces los vehículos elegidos para transmitir tal disconformidad (como el vandalismo) terminan deslegitimando cualquier reclamo.

El hecho de que Puno hoy sea la segunda región menos competitiva del país (Incore, 2018), sus ciudadanos tengan el PBI per cápita más bajo y el 76% de niños y niñas menores de tres años sufra de desnutrición (Endes, 2017) no se debe al libre mercado, sino a su ausencia y la de las instituciones que aseguran su funcionamiento.

Apelar a la discriminación para defender o victimizar falsos héroes y justificar divergencias políticas es al menos imprudente, ya que lo único que se logra es asentar el peor estigma de todo: el racismo.

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