Ollanta Humala y Nadine Heredia (Piko Tamashiro/Perú21)
Ollanta Humala y Nadine Heredia (Piko Tamashiro/Perú21)

Las opiniones sobre la situación de Ollanta Humala y Nadine Heredia parecen haber quedado atrincheradas en dos bandos irreconciliables: quienes creen que los Humala son víctimas inocentes de una encarnizada persecución política y aquellos que dicen que son una consumada dupla de delincuentes que debe pasar el resto de su vida en Challapalca. La realidad, sin embargo, es que ese enfrentamiento solo puede existir si se renuncia a la objetividad. Si se hace activismo en lugar de periodismo. Ese maniqueo “ellos y nosotros” no existe.

Me explico: sospecho que los Humala son culpables de varios delitos. Creo que su gobierno fue paupérrimo –salvo contadas excepciones– y que estuvo plagado de contradicciones, ineptitudes e impericias. Creo también que Heredia jugó un papel triste hablándole a “sus ministros” y dirigiendo asuntos para los que nadie la eligió. Estoy seguro de que en 2006 el “nacionalismo” recibió dinero de Venezuela y en 2011 pasó –¡plata o muerte!– lo mismo con Brasil. Creo finalmente que con el tiempo las pruebas de todo lo anterior aparecerán.

Así como creo en todo lo que he escrito, también soy consciente de una realidad que muchos parecen no querer comprender: en una república, mis opiniones sobre la culpabilidad de una persona no importan. Sin asumir esto como premisa, vamos muertos. ¿Para qué tendríamos jueces si en Twitter está la verdad? Para alejarnos de posiciones hepáticas y sesgadas habría que evitar poner el foco en donde no toca: en los hijos de los señores Humala. En las penurias que ha sufrido Nadine Heredia. En que hacía frío la noche en que los incautaron.

Lo que importa en este caso es que hay un ex presidente que parece haber cometido delitos. Que ese mismo ex presidente lleva tres años investigado y nueve meses en prisión y la benemérita Fiscalía de la Nación no lo ha acusado de absolutamente nada. Que la prisión preventiva es una excepción y no una regla y que no tiene ningún sentido incautar bienes que ya están embargados. Pero tampoco estamos hablando pues de Mandela. Harto ‘anticucho’ hay por responder. Lo único que hay que entender es que sin sentencia no hay paraíso.

Humala solo es víctima del Estado bruto que él lideró. Pero hasta que un juez no diga que es culpable, no tiene por qué estar en la cárcel. Y esas posturas no son mutuamente excluyentes.

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