(USI)
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La semana pasada se presentó la I Encuesta de Equidad de Género de Semana Económica y la Cámara Española, elaborada por Ipsos Perú. Esta encuesta –realizada a gerentes, ejecutivos y asistentes de empresas ‘top 2500’– busca conocer las percepciones sobre equidad de género y barreras en las empresas.

Es cierto que no necesitamos una encuesta para saber que, en términos de género, la situación laboral peruana deja mucho que desear. En el ‘Global Gender Gap Report’ 2017, elaborado por el Foro Económico Mundial, nos encontramos por ejemplo en el puesto 98 de 144 en lo que toca a la igualdad de participación en la economía y de oportunidades. Ocupamos además el puesto 128 en lo referido a igualdad salarial por trabajos similares. Y en el 2016, en su reporte sobre brechas de género, el INEI también alertó de que las mujeres ganan en promedio 28,6% menos que sus pares masculinos.

Lo que sí es novedoso es la importancia que viene adquiriendo el tema en el debate público. De hecho, para julio de este año, también de acuerdo a Ipsos, 15% de los peruanos consideraban que el principal problema de la mujer peruana era la desigualdad de condiciones laborales. El porcentaje subía a 17% -casi un quinto de los entrevistados- en el interior. Y, en la encuesta que ahora nos concierne, resulta que la mayoría (59%) de consultados reconoce que en el Perú existen grandes problemas de discriminación o inequidad para las mujeres en el ámbito laboral.

Este reporte, por otro lado, es también es útil en la medida en que da más luces sobre la situación dentro de las empresas más grandes y formales del país. Es preocupante, en ese sentido, que incluso en estas empresas la situación se percibe como lejana a la ideal. En una escala del 1 al 5, donde 5 es mucha igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, el 30% situaba a su empresa entre el 1 y el 3.

De acuerdo a los entrevistados, una primera barrera de género que enfrentan las mujeres para acceder a cargos gerenciales en sus respectivas empresas es la carga familiar. Para 15% de hombres y 15% de mujeres, de hecho, este es el obstáculo principal. Si esto no es sorpresa en un país donde la carga familiar tiende a caer en su mayoría sobre las mujeres, quizás sí lo sea para muchos el que 19% de mujeres crean que la principal barrera que enfrentan son los estereotipos. Lo interesante es que la propia encuesta revela algunos de los prejuicios de los que estamos hablando.

Un 30% de los entrevistados, por ejemplo, considera que es preferible tener a una mujer en cargos de recursos humanos, porque las mujeres “suelen ser más empáticas y conectan más con los trabajadores”. Un 31% de los entrevistados cree que las jefas mujeres “suelen ser más emocionales al momento de tomar decisiones que los jefes hombres”.

De hecho, quizás lo más ilustrativo de toda la entrevista sea lo que los encuestados dijeron, sin querer, al hablar de las que ellos creían la principal barrera de las mujeres para acceder a cargos gerenciales en su empresa. Respuestas que son una muestra clara de que nuestras creencias son parte del problema: 11% de los entrevistados (y 17% de las máximas autoridades), cree que hay escasez de mujeres calificadas con “disposición” de asumir el cargo. Un 5% de los entrevistados considera que las mujeres tienen incompatibilidad con la naturaleza del negocio (sea lo que sea que eso signifique), un 5% les atribuye falta de “motivación” para priorizar el trabajo sobre la vida familiar y un 3% falta de habilidades de liderazgo. Sí, esas son características que en la mente de algunos tenemos las mujeres simplemente porque nacimos con un útero.

Para cualquier mujer que trabaje, y cualquier hombre empático que decida ver más allá de su realidad, la situación de las mujeres en los ambientes laborales es problemática. Estudios como estos no cambiarán la realidad, pero sí son un primer paso para entender mejor los obstáculos que enfrentamos. Ojalá en el futuro la discusión se vuelva más amplia, y se estudien también preguntas que, por ejemplo, relacionen la discriminación a las mujeres con otro tipo de discriminación, como la racial, otra de las enormes taras de nuestro país. O que se centren en las percepciones de inequidad en el mundo informal, donde trabajan el 70% de los peruanos. La puerta ya está abierta.