(GEC)
(GEC)

Uno de los grupos que negaron la confianza al gabinete en plena crisis sanitaria y económica fue la izquierda. El Frente Amplio, la bancada más claramente socialista, votó unánimemente en contra. Fuera del Parlamento, Nuevo Perú de Verónika Mendoza celebra la caída del “gabinete de la Confiep” (sí, están usando esa frase absurda).

El congresista Marco Arana declara victoria sobre el premier saliente y su agenda prominera. Por su parte, Álvaro Campana, secretario general de Nuevo Perú, compartió una publicación mostrando a Cateriano rodeado por empresarios con cuernos y colas de diablo. En el tuit, también parecía comparar a la Confiep con Sendero. Por el honor de su partido, Mendoza debería disculparse por esta publicación (oficial). Aún más importante es que políticos de izquierda como ella se pregunten: ¿qué gana el Perú con politiquería que promueve la división y el odio, y no soluciones positivas?

En muchos lugares se implementa el “Green Recovery” como parte de la recuperación económica. La Unión Europea anunció una inversión de mil millones de euros para energías renovables. En Canadá, un país de recursos naturales, la política del gobierno enfatiza que el medio ambiente y la economía no son enemigos. En el Perú también se puede avanzar hacia un futuro verde, pero no se puede olvidar la importancia del sector minero en la economía. La minería representa gran parte de los impuestos recaudados, el PBI, y más de la mitad de las exportaciones. En otras palabras, paga las cuentas.

Entonces, si los izquierdistas siguen oponiéndose a la minería sin proponer una alternativa económica creíble, se les podrá describir con la palabra que ellos han arrojado a sus peores enemigos –obstruccionistas.