Los sucesos de la semana pasada captaron la atención de todos los peruanos, incluso la mía. Quiero creer que lo peor ya pasó y que hemos recuperado la democracia, aunque no debemos perder la vigilancia.

Sin darme cuenta, el domingo se estrenó la cuarta temporada de The Crown. Esta serie original de Netflix salió al aire en 2016 e inmediatamente fue alabada por críticos y por audiencia. La serie narra la historia de la Reina Isabel II desde antes de su asunción al trono hasta la actualidad. Una particularidad que no muchos saben es que ella nunca quiso la corona e inicialmente no estaba previsto que la soberanía del Reino Unido y de la Mancomunidad cayera sobre sus hombros (o su cabeza).

Su padre, el rey Jorge VI, fue coronado luego de que su hermano, Eduardo VIII, abdicara al trono después de sólo 11 meses. Su abdicación dejó mucho que hablar en el momento pues eligió el amor antes que el deber familiar: estaba enamorado de una estadounidense divorciada. Estas características no eran aptas para una reina consorte.

Este drama de alta alcurnia te puede parecer irrelevante, pero el detalle importante está en que su abdicación puso a su hermano y su sobrina Isabel en un camino que nunca quisieron ni previeron. Los futuros monarcas son preparados desde muy pequeños para el día en que se conviertan en soberanos, pero es distinto cuando la responsabilidad llega y uno debe asumir el deber.

La convergencia entre deber y querer es una batalla que lidiamos constantemente. ¿Lo mejor para nosotros o lo mejor para los demás? Esta interrogante puede surgir tanto en una decisión personal o familiar como en una crisis nacional. Un buen líder debe ser capaz de poner sus deseos y aspiraciones personales en segundo plano y primar las necesidades colectivas del país y de la población a la que pertenece y ha jurado proteger.

A la serie le quedan 2 temporadas más, que mostrarán el crepúsculo de la reina quien, en la actualidad, ya se acerca a los 95 años. Cada dos temporadas cambian los actores para representar más adecuadamente las décadas que les corresponden. Hasta ahora, las dos actrices que han representado a la soberana han ganado un Globo de Oro por su performance. La historia real es de conocimiento público, pero no deja de ser esta serie cautivadora, entretenida y buena para practicar el inglés.