La nueva ola progresista. (Getty Images)
La nueva ola progresista. (Getty Images)

En el Estados Unidos de Trump y un alt-right empoderado se viene gestando un movimiento que va tomando matices de insurrección contra el establishment político. Es una ola de jóvenes progresistas, la mayoría mujeres, que está saltando con garrocha las murallas del nacionalismo de derecha y la discriminación.

Alexandria Ocasio-Cortez tiene 28 años y su mamá es migrante puertorriqueña. Es una activista que no tiene miedo en cuadrarse contra lo más rancio de ese país. Trabajando con la comunidad negra y latina, le ganó las primarias en Nueva York a uno de los demócratas más importantes en el Congreso y, si nada cambia, se convertirá en la legisladora más joven en la historia de su país.

Ilhan Omar escapó de Somalia para vivir como refugiada antes de mudarse a EE.UU. Ahora, con una agenda liberal y proderechos, acaba de ganar las primarias en Minnesota. Y en Michigan, la semana pasada, la palestina-estadounidense Rashida Tlaib también ganó sus primarias. Ambas serían las primeras legisladoras musulmanas en EE.UU.

No solo se están rompiendo estereotipos ideológicos y raciales, sino también las barreras que la identidad de género siempre ha enfrentado. Por ejemplo, Krysetn Synema, de Arizona, está a punto de convertirse en la primera senadora abiertamente bisexual en EE.UU. Mientras tanto, en Vermont, Christine Hallquist es la primera mujer transgénero nominada para postular al cargo de gobernadora en ese país.

Lo que este grupo está haciendo es empujar los límites de lo políticamente posible y correcto. Postulan con una plataforma que busca cambiar la realidad desde la raíz, sin concesiones a quienes han tenido el control de las fronteras del poder en el mundo. Con suerte, esa energía llegará al Perú, donde los liderazgos inspiradores e insumisos son escasos.