Con esta ley, se autoriza y se regula el funcionamiento de la Junta Nacional de Justicia, entidad que se encargará de nombrar, ratificar y supervisar a los jueces y fiscales en todo el país. (Foto: GEC)
Con esta ley, se autoriza y se regula el funcionamiento de la Junta Nacional de Justicia, entidad que se encargará de nombrar, ratificar y supervisar a los jueces y fiscales en todo el país. (Foto: GEC)

A trompicones, y con recelos que parecían frustrar entendimiento alguno, este Congreso cerró la legislatura ampliada haciendo lo que tenía que hacer. La ley orgánica de la Junta Nacional de Justicia es una realidad; la primera cosa tangible que sale del referéndum. Al fujimorismo no le quedó más que apoyarla.

No se debe restar mérito a Daniel Salaverry. Porque las resistencias de Fuerza Popular se remontan al ninguneo a las reformas planteadas por Martín Vizcarra. Han tenido que tragarse un enorme sapo y sumarse a la corriente ciudadana que pidió una nueva justicia. Recordemos nomás cómo se referían al referéndum. Desde adjetivos peyorativos, hasta una foto trucada de Vizcarra promoviendo el cuatro veces No, que ellos y sus propagandistas agitaron sin éxito y, sí, con resultados patéticos para el keikismo.

Fue Luis López Vilela quien, siete días antes de la consulta, tuiteó la dichosa imagen. Hoy él ha recibido la sanción que le tocaba por libidinoso y abusivo con la congresista Paloma Noceda. El país entero ha tenido que soportar su defensa artera; un video en el que pretendía equiparar su desvergüenza con gestos cordiales de otros congresistas coronó su suspensión.

Fuerza Popular quiso reducir su pena. Fue la última resistencia de una legislatura que será difícil de olvidar; la claudicación keikista y la defensa de la izquierda a la paridad de género.

Hubiera sido preferible que esta figura, más la meritocracia, vayan en la reforma. Pero si los congresistas que respaldan la cuota de mujeres desairaron con tal desvergüenza al representante de Juan Guaidó en el Congreso, su reclamo es inconsecuente –y hasta de agresión— con los cientos de venezolanas vejadas en su huida de la dictadura de Maduro que la izquierda parlamentaria defiende, sin importar las muertes que carga consigo.