2. La compañía de Elon Musk fue cuestionada por la demora en la producción de sus vehículos eléctricos. (Foto: Reuters)
2. La compañía de Elon Musk fue cuestionada por la demora en la producción de sus vehículos eléctricos. (Foto: Reuters)

No es ninguna novedad que el combustible fósil está rumbo a la extinción. El petróleo y la gasolina que han sido la fuente principal de energía por mucho tiempo generan graves problemas ambientales y siguen siendo motivo de conflictos armados y luchas de poder. La preocupación por el cambio climático y la sensibilización cada vez mayor de los ciudadanos a nivel global le han abierto la puerta a la revolución de las energías renovables.

La transformación de matriz energética hacia la energía solar, eólica (producida por la fuerza del viento), mareomotriz (producto de las olas) y eléctrica (basada en renovables) está ocurriendo a un ritmo acelerado. Por su parte, el gas natural se posiciona como una energía de transición, mucho más limpia que el petróleo que deberá acompañar el camino hacia la máxima sostenibilidad.

Lo que parecían sueños futuristas hoy son una realidad. La movilidad eléctrica está aquí. Vehículos eléctricos se empiezan a ver en las calles: autos, bicicletas, scooters y buses. Y es sobre estos últimos que les quiero contar.

Tuve la oportunidad de visitar Santiago de Chile, invitada por ENEL, para conocer la experiencia de la recientemente inaugurada flota de buses eléctricos (100 gestionados por ENEL y otros 100 por Engie) que se suman a la prestación del servicio del TranSantiago (equivalente al Metropolitano). Lo interesante del proceso en Chile es que muestra a las ciudades latinoamericanas que sí es posible ofrecer sostenibilidad en la prestación del servicio público de pasajeros. Nuestras ciudades viven dominadas por la cultura del auto y la industria del petróleo.

Especialmente en un momento en el que cada vez más líderes políticos se manifiestan incrédulos de la existencia del cambio climático y sus efectos en nuestras vidas, cambiar el chip puede resultar difícil. Sin embargo, Chile lo ha logrado y ahora es un ejemplo para que ciudades como las nuestras comiencen a acelerar su transición energética.

Además de los múltiples beneficios ambientales (¿se acuerdan de que la calidad de aire en Lima es de las peores de América Latina?), la disminución de los costos de la energía es también un beneficio. A menos costos de operación, los pasajes deben mantenerse bajos y si además se pueden ofrecer servicios complementarios como aire acondicionado, cargadores y Wi-Fi libre, los ciudadanos la pasaremos mejor. ¿Qué tiene que pasar para apostar por la movilidad eléctrica en el Perú? Pues parece que solo motivación política, los ciudadanos –estoy segura– se subirán al coche sin problemas. A un coche eléctrico, claro está.