Nuestro símbolo. (Perú21)
Nuestro símbolo. (Perú21)

Ayer se cumplió un año de la muerte de Eyvi Ágreda. Un año desde que las terribles quemaduras que un infame sujeto le causó, deliberadamente, cobraron su vida. Antes y después de Eyvi, cientos de mujeres han muerto en el Perú en manos de sus esposos, convivientes o novios perversos y machistas hasta el delirio; pero el caso de Eyvi quizá fue peor, ella murió porque no quiso hacerle caso a un pretendiente desalmado.

Las cifras de los feminicidios en nuestro país aumentan conforme las mujeres peruanas empiezan a empoderarse y se vuelven autónomas, independientes, libres de elegir la forma como quieren vivir. El maltrato, las humillaciones, los golpes que las mujeres aguantan, muchas veces obedecen al miedo a quedarse solas y sin un centavo teniendo hijos pequeños que alimentar y proteger.

La independencia económica o intelectual, en el caso de las que estudian y llegan a ser profesionales, las hace más fuertes, pero también más vulnerables al machismo en el que crecen millones de hombres en nuestro país.

La mayoría de mujeres asesinadas por sus parejas son víctimas de violencia de género; hay excepciones que determina la justicia, pero los crímenes de odio abundan y aumentan en nuestra sociedad.

Después de la muerte de Eyvi, 181 mujeres fueron víctimas de feminicidio en el Perú y 343 más se salvaron de morir después de ser atacadas. A pesar de las cifras, ha surgido en el país un movimiento que intenta impedir que la educación en las escuelas permita a los niños aprender a respetar a las mujeres y a los homosexuales, entendiendo que nadie es inferior y que todos tenemos los mismos derechos.

Con Mis Hijos No Te Metas, una organización liderada por pastores evangélicos radicales, alienta el machismo y la homofobia. Quien padece de lo uno hace gala de lo otro y viceversa. Su conservadurismo extremo atenta contra una necesaria política pública y empieza a hacer daño porque es histriónica y mediáticamente apoyada por un grupo de políticos que, hace unos días, le permitió llegar al Congreso de la República.

Nuestro país necesita voces fuertes en contra de la discriminación y el odio de género; por eso, bajo el eslogan #EyviNuestroSímbolo, Perú21 ha iniciado ayer, en su multiplataforma, una campaña para luchar contra la violencia que acecha a las mujeres en el Perú. Una campaña que proveerá contenidos informativos con el objetivo de sumar esfuerzos para crear conciencia en los padres de familia, en los ciudadanos, en la sociedad. Para ayudar a educar contra esa lacra llamada machismo, esa tara social y cultural que no puede seguir apagando vidas, dejando huérfanos, hundiéndonos en la miseria humana.

Eyvi Ágreda murió a los 22 años, su agresor quiso deformarla, por eso le prendió fuego. Quiso castigar su rechazo acabando con sus formas femeninas, su rostro, su piel. Eyvi, sin embargo, no solo tenía formas graciosas, belleza y simpatía; era una mujer realmente hermosa, generosa hasta el sacrificio, buena. Su sueño, el que trataba de hacer realidad cuando la crueldad de su asesino le arrebató la vida, era que Mónica, su hermana menor, pudiera estudiar. Apenas Mónica terminó el colegio, la trajo a Lima.

Igual lo hizo con otra hermana más pequeña. Eyvi vino a trabajar para que sus hermanas menores pudieran estudiar. La muerte de Eyvi mató su sueño y el de sus hermanas; ellas han tenido que regresar a San Juan de Pacay en Cajamarca, donde no podrán estudiar.

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