No somos italianos. (AFP)
No somos italianos. (AFP)

En Downton Abbey la popular serie de Netflix que narra las peripecias de una aristocrática familia inglesa –y de sus empleados, tan british y excéntricos como sus patrones– hay un momento en el que una de las hijas de la casa arranca en un llanto desconsolado, de origen amoroso of course. Su abuela, la indómita condesa viuda de Grantham, magistralmente interpretada por Maggie Smith, no se enternece para nada. La mira severa y le dice, “Stop crying, my dear. We are not italians”.

Hoy se les podría decir lo mismo a los miembros del Parlamento británico, “Paren de pelearse, chicos. No son peruanos”. Hace un año que el Brexit tiene al Reino Unido más desunido que nunca y la semana que terminó no hizo sino acentuar la sensación de desgobierno y fin de mundo tan distante de la famosa compostura británica que uno en verdad se pregunta si el House of Commons no estará en manos de peruanos o por lo menos de italianos.

Son incapaces de adoptar ninguno de los varios acuerdos que la ex PM Theresa May (Q.E.P.D. políticamente) les presentara post el referéndum del idiota de Cameron al que los muchachos del partido Conservador se treparon sin saber por qué. Moraleja: nunca tirarse a la piscina si no ves agua. Y ahora están metidos en un arroz con mango con olor a revuelta nunca vistos desde Cromwell. Su Majestad, que detesta el desorden y la costumbre que tenemos los latinos de ventilar los trapitos al aire, is not amused. Si esto no se arregla, por allí decide quedarse en Balmoral, aunque se congele porque Escocia en invierno es como Lima en julio: gris y húmeda.

Brexit. Trataré de explicarlo adelantándole al paciente lector que ya nadie, nadie, nobody, entiende nada. Brexit era salirse de la Unión Europea para que básicamente no sigan entrando los africanos y los sirios por el Chunnel. Los Brits hartos de ser Cool Britannia querían volver a ser Rule Britannia, y quedarse solos en su isla que es lo que más les gusta. Recuerden que en los 60 cuando se cerró el Canal de la Mancha por mal tiempo los diarios de Londres anunciaron: “Niebla. Continente aislado”.

Pero también querían seguir viajando al Continent sin visa e importar mercancía sin pagar derechos de aduana. No pues. Empezó un forcejeo con Bruselas que terminó con la salida de May y el ingreso de Boris Johnson, quien entre otras cosas –estudió en Eton con Cameron– tiene el mismo peluquero que Trump. Boris propuso largarse con deal o sin deal el 31 de octubre. Su Majestad, harta de tanto desbarajuste (con Meghan ya tiene las manos llenas), le autorizó a cerrar el Parlamento. ¿Suena familiar?

Varios conservadores furious con los malos modales de Boris abandonaron su bancada y lo dejaron sin mayoría. Ahora algunos quieren irse sin deal, otros exigen un deal, o un nuevo referéndum, o llamar a elecciones. Para redondear la oposición lo acusó de mentirle a la reina. ¡Shocking!

¡Vamos, Perú!


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