La cuarentena y el toque de queda decretados por el gobierno de Martín Vizcarra para frenar el avance letal del COVID-19 han dejado aflorar en ciertas personas una actitud inusitada e irracional, insultando y agrediendo a los miembros de la Policía Nacional y de las FF.AA., menospreciando el sacrificio que ellos hacen para cumplir la tarea de preservar la vida de todos los peruanos.

Las indignantes imágenes vistas en los últimos días en medios de comunicación y redes socia les con jóvenes, mujeres y hombres de todas las edades y clases sociales desafiando la autoridad y las medidas dictadas por el gobierno, enfrentando con violencia a quienes los protegen, no tienen calificativo y lindan con la criminalidad.

El Código Penal peruano, en su artículo 366, establece lo siguiente: “Violencia contra la autoridad para impedir el ejercicio de sus funciones.- El que emplea intimidación o violencia contra un funcionario público… en virtud de un deber legal o ante requerimiento de aquél, para impedir o trabar la ejecución de un acto propio de legítimo ejercicio de sus funciones, será reprimido con pena privativa de libertad no menor de dos ni mayor de cuatro años o con prestación de servicio comunitario de ochenta a ciento cuarenta jornadas”. Más claro, ni el agua.

Es decir, esas conductas de una malentendida valentía, bajo las circunstancias mencionadas, constituyen un DELITO y deben ser sancionadas.

Nadie puede justificar actos de violencia contra los ciudadanos por parte de un policía o militar, así estos hayan sido agredidos, porque para eso existe el ordenamiento jurídico que aquí invocamos y a él debemos aferrarnos. Lo contrario es inducir el desborde ciudadano, que es, a esta alturas, un viaje sin retorno.

Por eso, hacemos un llamado al Congreso de la República recientemente juramentado para que modifique, con la prisa que la situación demanda, el artículo 366 del Código Penal y endurezca la pena para esos delitos. La pelota queda en su cancha.

La PNP y las FF.AA. deben mejorar su relacionamiento ciudadano, que les permita ganar la confianza y el respeto para enfrentar juntos las amenazas que se ciernen no solo sobre los peruanos, sino la humanidad entera.

En esta hora dura para el país y el mundo, solo queda pedir a los ciudadanos que aprendamos a apreciar el sacrificio de nuestros hermanos de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional y mirarlos como aliados estratégicos para la vida y no como enemigos. ¡Sí se puede!