(Captura Justicia TV)
(Captura Justicia TV)

Increíble la historia que investiga el Ministerio Público sobre los planes de Pedro Castillo de montar en el Perú un sistema paralelo de Inteligencia.

Para ello habría comenzado a tramitar la adquisición de equipos electrónicos de espionaje que, como desarrollamos en esta edición, permiten un alto nivel de invasión a la telefonía celular. Es decir, el golpista no solo tenía inclinaciones por actos turbios y corruptos: cultivaba también una estrategia para asegurarse la permanencia en el poder al mismo estilo de Vladimiro Montesinos.

Su idea era crear un organismo secreto adscrito directamente a Palacio, al que le pensaba otorgar las mismas funciones del funesto Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) creado y potenciado por Alberto Fujimori a la medida de su funesto asesor, un sistema de poder paralelo que, como sabemos, no tardó en volverse más poderoso incluso que la propia Presidencia de la República, el Poder Judicial o los altos mandos de las FF.AA. en ese entonces.

En semejante esquema, que el golpista expresidente ya había puesto en marcha, los objetivos criminales inmediatos eran los magistrados que lo estaban investigando (la fiscal de la Nación, el coronel Harvey Colchado) y, cómo no, eventuales congresistas de la oposición, en el remoto caso de que algunos de ellos llegaran a resultarle peligrosos, contratando a sujetos que pudieran servirle de topos en los pasillos del Hemiciclo.

Estamos describiendo, pues, un tinglado propio de dictaduras como la fujimorista, sí, en efecto, pero también de cualquier dictadura actual, sobre todo aquellas de opuesto sino. Para comprobarlo, basta echar una ojeada a sociedades totalitarias de hoy mismo –no del pasado– como las de Nicaragua, Venezuela o Cuba, por mencionar solo a las de la región. Sociedades donde los enemigos del autócrata local son amedrentados día y noche, cuando no directamente eliminados.

La raigambre antidemocrática era notoria en Pedro Castillo y la organización que lo aupó al poder, Perú Libre. De no existir las redes sociales para propalar mentiras, sus ataques a la prensa independiente –siguiendo las enseñanzas montesinistas– ya se hubieran traducido en la financiación de una profusa prensa chicha favorable al régimen.

Aunque en lo corrupto sí avanzó lo suyo, este prospecto de dictador no logró pasar de patético golpista fallido. Qué frustración debe sentir allá en la Diroes, en compañía, justamente, de su inopinado maestro.

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