Hizo bien la Comisión Especial en proceder con la juramentación de solo cinco de los miembros elegidos para integrar la nueva Junta Nacional de Justicia (JNJ) y suspender la de dos de ellos, Marco Tulio Falconí y María Zavala, luego de que salieran a la luz algunos hechos y aspectos altamente reprobables en sus trayectorias profesionales.

Aunque Walter Gutiérrez, Defensor del Pueblo, quien preside la citada Comisión, expresara luego –de manera más bien esquinada– su malestar ante el trabajo de la prensa, que, en cambio, sí realizó un escrutinio riguroso de los antecedentes de cada uno de los elegidos, la decisión dejar en suspenso estas juramentaciones en particular, fue correcta. Si lo que se busca con el nuevo organismo judicial es enterrar de una vez por todas el nefasto precedente de un Consejo Nacional de la Magistratura que se movía en función de coimas e intereses mafiosos, la hoja de vida de los miembros de la JNJ debe ser inmaculada y libre de cualquier sospecha… ¿es eso mucho pedir en el Perú? Porque si se quejan cuando la prensa hace el trabajo que debieron realizar los funcionarios encargados, es que muy chueco andamos.

Como se sabe, aparte de denuncias por plagio y controversias con la justicia, Marco Tulio Falconí se benefició con una bonificación del 10% de puntos que no le corresponde en absoluto, como lo denunció y demostró Perú21. Por su lado, María Zavala, a objetables dictámenes como jueza en el Callao, sumaba hasta 16 comunicaciones registradas con miembros de la red mafiosa de Los Cuellos Blancos, especialmente –y al igual que Falconí– con el prófugo exjuez supremo César Hinostroza.

Todo indica que las intervenciones de la presidenta del Tribunal Constitucional, Marianella Ledesma, y la de la fiscal de la Nación, Zoraida Ávalos, fueron determinantes en la decisión de, al menos, dejar en suspenso lo que podía ser un error irreparable para la justicia en el país, que ya suficientes golpes ha recibido por obra de la corrupción y la manipulación política. Esperemos que el tema se resuelva expeditivamente anulando una elección, a todas luces apresurada, de dos personajes cuya credibilidad ha sido puesta en duda con argumentos más que demoledores.

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