‘Neurobamba’

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Estamos en el siglo del cerebro —es como lo llamó, de todas las personas posibles, George Bush— y la administración de Obama, junto con la Unión Europea han presupuestado sumas enormes para la simulación y mapeo del kilo y medio que cargamos en el cráneo.

Hemos avanzado en el conocimiento de su funcionamiento. Podemos registrar lo que ocurre en una neurona y seguir la actividad de distintas estructuras mientras realizamos diversas tareas. En otras palabras, no tenemos que conformarnos con el desgraciado resultado de accidentes o enfermedades, y esperar a que sus víctimas mueran para hacer una autopsia.

Pero, al mismo tiempo, la literatura de autoayuda, los medios y no pocos especialistas usan lo anterior, nuestra fascinación por el cerebro, algunas tecnologías y el deseo de superación, para crear modas llenas de medias verdades y exageraciones.

Añadan ustedes al prefijo "neuro" cualquier cosa y sabrán a qué me refiero: neuroliderazgo, neuromárketing, por ejemplo. O piensen en una computadora conectada al cerebro y una persona con mandil blanco que diagnostica o cura. Y en las explicaciones 'neuro' de las diferencias de género, creatividad, patologías.

Es importante poner las cosas en su sitio. La neurociencia es un campo muy prometedor, que ya nos ofrece explicaciones y posibilidades. Pero también mitos —usamos el 10% de nuestro cerebro— y muchas modas, que están basadas en la explotación comercial de algunas pistas y teorías lejos de estar consolidadas.

El sentido crítico y una cierta dosis de escepticismo son, siempre, en la política, la ciencia, la salud, la educación y la crianza de los niños, necesarios.

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