Una chica muy normal, reseña de “Merlina”

La serie sigue las aventuras de Merlina (Jenna Ortega), la única hija de la familia Addams, quien se encuentra en la adolescencia. Tras tener serios problemas en varias escuelas, la particular muchacha acaba siendo enviada a la academia Nuncamás, la misma en la que sus padres, Morticia (Catherine Zeta-Jones) y Homero (Luiz Guzmán), estudiaron y se conocieron. Una vez ahí, la joven encontrará compañeros tan peculiares como ella, como vampiros o licántropos, pero también se verá atraída por una serie de extraños misterios y asesinatos que ocurren en los campos de la escuela. La joven intentará desenterrar también el pasado oscuro de la academia y de su familia.

Lo mejor de la serie es, sin duda, el propio personaje de Merlina. Jenna Ortega hace el papel completamente suyo. Con su gran adaptación del sarcasmo y mostrando momentos de vulnerabilidad, consigue dar credibilidad a un papel que, en manos de una actriz menos talentosa, podría acabar siendo irritante. Hay, además, varios momentos cómicos y entretenidos que hacen destacar a la serie.

Aún así, tiene sus faltas. Que el enfoque pase de los Addams a un drama adolescente es su mayor crimen. El gran encanto de cualquier serie de los Addams es el contraste de esta singular familia frente a una sociedad conservadora y tradicional. Aquí, en el contexto de una escuela mágica y diversa, la originalidad de Merlina pierde notoriedad si sus compañeros de clase son figuras tan estrafalarias como vampiros o sirenas. Que una chica vista de negro no es nada especial si su mejor amiga es una chica-lobo. También el guion cae en clichés típicos de una serie para adolescentes que hacen que el show corte su potencial.

Es entretenida, pero yo diría que para la próxima temporada volvamos a enfocarnos en la familia de nuevo. Más gótico y paródico, por favor.