(Getty)
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Trump ha hecho lo que todos los gobiernos estadounidenses después del fin de la Guerra Fría han tratado de evitar, sacar del aislamiento al ‘reino ermitaño’ de Corea del Norte a cambio de nada.

Además de hacer visible la ‘buena voluntad’ de Kim Jong-un por llegar a un acuerdo pacífico, el reconocimiento estadounidense al régimen norcoreano liderado por el joven de 35 años es el último respaldo que necesitaba Jong-un para afianzarse en el poder. Es muy seguro que, a pesar de las sanciones existentes, esta apertura le va a permitir a Corea del Norte mejorar su posición en el sistema internacional.

No obstante, lo más importante se encuentra dentro del ámbito del largo plazo, pues la negociación tiene como objetivo no solo la desnuclearización de la península coreana, sino también brindarle las seguridades del caso al régimen norcoreano. El propio Mike Pompeo, secretario de Estado, ha aceptado que se busca ofrecer a Corea del Norte “garantías de seguridad únicas”.

Es evidente que eliminar la amenaza nuclear norcoreana es fundamental para los intereses de EE.UU., pero ¿a cambio de qué? Garantizar la seguridad a un régimen hostil solo por tener armas nucleares y realizar pruebas cuestionadas por la comunidad internacional no es muy equitativo. Negociar siempre debe ser la mejor opción, pero darle a entender a Corea del Norte o cualquier otro país (¿Irán?) que es posible mejorar su nivel de seguridad poniendo al mundo al borde de un desenlace nuclear es lo que justamente se debió impedir.