Cuando un cliente no se queja, es probable que lo haga por dentro. Por ejemplo, llega a la ventanilla del banco para hacer su transacción después de 30 minutos de espera, y el cajero se la hace sin pedirle disculpas por la demora, o no tiene un protocolo de compensación. Nos falta investigar un poco más el ADN del cliente, cómo piensa, cómo siente, cómo actúa, cómo juzga.