La programación de este viaje fue criticada por algunos parlamentarios puesto que en marzo Salaverry anunció que ya no se autorizarán viajes al extranjero en la semana de representación. (Foto: GEC)
La programación de este viaje fue criticada por algunos parlamentarios puesto que en marzo Salaverry anunció que ya no se autorizarán viajes al extranjero en la semana de representación. (Foto: GEC)

A las 6:45 p.m. del 15 de agosto de 2007, de los 600 que mató el terremoto de Pisco, 11 eran familia de Jember Hernández. El polvo levantado por las casas caídas y la angustia de no saber quién vivía todavía hizo que esa noche fuese más larga y oscura. Los rescatistas tardarían hasta la tarde siguiente. Esperaban tumultos al entregar el socorro. Pero al llegar se sorprendieron de ver gente sentada en una cancha aplaudiendo al payaso ‘Tripita’. Jember había recuperado su maletín y estaba haciendo lo que mejor sabía. La risa había sido el primer auxilio. Los que sobrevivieron le deben no haberse vuelto locos de dolor y desesperación. A partir de entonces, Jember sería el payaso ‘Terremoto’.

El 12 de setiembre de 1973, entre los detenidos en el estadio de Santiago, el teniente Pedro Barrientos reconoció a Víctor Jara. Hijo de puta, te voy a enseñar a cantar canciones chilenas de verdad, dicen que dijo. Un culetazo le rompió la cara, lo molieron a patadas y le quebraron las manos para que no tocara guitarra nunca más. Murió de un balazo, pero recibió como 40. Había compuesto “Te recuerdo, Amanda”, un himno de amor entre obreros, donde la vida es eterna en cinco minutos, los que Amanda se encuentra con Manuel. Dos años después, María Ostiz ganaba Eurovisión con “Canta cigarra” y sus versos de A veces algunas veces el cantor tiene razón / y busca en algún rincón la llave de la esperanza / de un día nace otro día y a esa fuerza no la matan / aunque maten al cantor.

¿Qué hace que un payaso y un cantor construyan esperanzas cuando todo lo demás se derrumba? El chiste barato es burla y la canción ramplona es bulla. Es cuando conectan con el otro que se hacen sublimes y se vuelven eternas. Nadie cuenta un chiste ni canta una canción para uno mismo. Siempre es para los demás. El artista no vive de los aplausos, sino de la maravilla de la emoción que provoca en los otros. Esa energía es la que llena circos y conciertos.

Conectar es lo que falta en política, porque las palabras se usan para herir y humillar en vez de servir para entendernos. Se pretende dar leyes y gobernar no con razones sino por encuestas, volátiles como la opinión que recogen. Mientras tanto, el empleo cae y la pobreza crece. La anunciada cuestión de confianza debiera ser el punto de quiebre. La tendrá que resolver este Congreso, con lo que se tiene, no queda otra. Pero aunque se dude, será posible si cada quien piensa en los demás, si se permite ser un poco payaso y un poco cantor, como los de estas historias.

TAGS RELACIONADOS