Alberto Fujimori
Alberto Fujimori

Fuerza Popular sabía que el indulto pendía de un hilo. El 4 de enero de 2018, pocos días después de que AF fuese indultado, desde los cuarteles naranjas se publicó un comunicado que en su primer punto saludaba la libertad del ex presidente, “a pesar de discrepar de la forma en que se logró”. En esos días, el inexplicable Becerril también declaró que AF promovía la corrupción a cambio de su libertad. ¿Realmente esperaban que el PJ no revoque el indulto?

Desde el propio fujimorismo se acusó al indulto de ilegal, argumento en el que se amparó el desafuero de Kenji y sus secuaces. Si no hubiesen sacado a PPK, tendido trampas a sus ministros ilusos, grabado conversaciones y denunciado una negociación incompatible, el indulto nunca hubiese estado en riesgo. El propio fujimorismo produjo la información necesaria para que no quede duda de que el indulto no tuvo nada de humanitario, sino que fue un trueque de favores políticos. Ahora se escucha al keikismo llorar y hablar de odio e injusticia. No pues. Fueron ellos y PPK, el artífice y ejecutor, quienes construyeron esta triste realidad.

La situación se torna alucinante cuando se cree que el problema es que un juez aplique la ley. El problema real es que somos un país gobernado por partidos y políticos que no tienen reparos en jugar con la libertad de su propio líder si se trata de satisfacer sus deseos de poder. Lo mismo que hacen con él, lo hacen con el Perú.

El indulto nunca debió ocurrir en la forma en que se dio. PPK se equivocó a lo grande al jugar así con las expectativas de AF y de un país que aún pide justicia. Enfrentó y dividió al Perú pensando en sus propios intereses. Igual el fujimorismo desde el Congreso. Hoy vemos las consecuencias: PPK no está en Palacio y Alberto Fujimori volvió a la cárcel. Aquí nadie ganó.

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