Nadal dentro y fuera de la cancha

En un artículo que publiqué aquí el 15-9-19 titulado “Entre Donald y Boris, Rafa”, escribí lo siguiente: “En un mundo en que Donald y Boris (Johnson) van socavando las pocas sensaciones de certidumbre a las que nos aferrábamos, los 19 campeonatos de Grand Slam de Rafael Nadal a los 33 años son una prueba de que aún se puede creer en algunas certezas, como la entereza, la evolución y no la improvisación, y el respeto por el trabajo y por el público (en política: la vocación de servicio y la sociedad)”.

Nadal lo hizo de nuevo a los 34 años y ganó el campeonato número 13 de Roland Garros y los otros tres Grand Slam (los cuatro torneos anuales de mayor duración y resistencia en diferentes tipos de pista), empatando los 20 Grand Slam que ha ganado Roger Federer, por encima de los 16 obtenidos por el tenista más consistente y quizás el mejor de la actualidad de los tres grandes, Novak Djokovic.

Nadal ha creado, junto a su familia, una academia de tenis en su tierra natal, Manacor, en la isla de Mallorca en los Baleares. La Fundación Nadal, desde 2008, promueve la inclusión social a través del deporte y la educación, en especial con jóvenes con discapacidad intelectual y de barrios marginales en Mallorca y la ciudad de Anantapur en India. Además, Rafa Nadal se ha destacado en momentos difíciles, como su labor en las tareas de limpieza y restauración luego de las inundaciones de octubre de 2018 en Manacor y su reciente colaboración con el exbasquetbolista catalán Pau Gasol para la recaudación de 11 millones de euros destinados a pacientes de pocos ingresos contagiados por el COVID-19. También dio ejemplo con su propio confinamiento y animando a enfermos con videollamadas.

Confieso, soy fanático de Nadal, pero su comportamiento sin payasadas en las canchas y su sensibilidad social son parte de esa admiración.