Muro de la vergüenza
Muro de la vergüenza

Ver a niños en jaulas en centros de detención en Estados Unidos provocaron la indignación mundial. Fue como un dejavú a la alemania nazi de 1940. Esta es otra triste realidad de la problemática de los inmigrantes. Unos 2,342 menores de edad fueron separados de sus padres al cruzar ilegalmente la frontera de México y Estados Unidos, entre el 5 de mayo y el 9 de junio, tras entrar en vigor el controvertido régimen de “tolerancia cero”, avalado por el presidente Donald Trump.

La medida no sólo provocó la protesta inmediata de líderes internacionales sino también fue objeto de duras críticas dentro del país de las libertades. Incluso la primera dama, Melania Trump, rompió su habitual silencio para rechazar públicamente el inhumano procedimiento. A las separaciones de las familias; y las amenazas de que la violencia doméstica y pandillera ya no serán suficientes para pedir refugio; se suman miles de solicitantes que ahora se encuentran en un limbo, sin saber cuál será su destino.

La mayoría de los migrantes que llegan a Estados Unidos provienen de México y del llamado Triángulo Norte de América Central, que comprende a Honduras, Guatemala y El Salvador. Según el Centro de Investigaciones Pew, con sede en Washington, el número de inmigrantes aumentó un 25% del 2007 a 2015. La razón principal que empuja a los ciudadanos de esos países a buscar una vida digna en Estados Unidos es la violencia, las pandillas y la delincuencia organizada. Aunque muchos también llegan, de otros lugares, en busca de trabajos con mejores salarios y una mejor educación.

Se sabe que en su afán de cruzar la frontera mexicana estadounidense, muchos migrantes son víctimas de robos, secuestros y hasta asesinatos, además de abusos de las autoridades. En varios puntos de la línea fronteriza se ha repetido la misma escena: centroamericanos solicitantes de asilo, muchos con sus hijos a cuestas, desesperados y hacinados en territorio mexicano mientras esperan para ingresar al país donde “se cumplen los sueños”.

Las leyes actuales establecen que los migrantes que denuncian persecución en sus países de origen deben asistir a una entrevista. Si demuestran su caso, hay una esperanza de que puedan obtener asilo e ingresan a una lista de espera para una audiencia ante un juez en Estados Unidos.

Estos casos se suman a una lista de procesos pendientes en las oficinas judiciales migratorias que superan los 700 mil. Podrían pasar años antes de que se tome una decisión. Hace unos días el Departamento de Justicia ha informado que establecerá tiempos más justos a los jueces. Hay que anotar que las solicitudes de asilo se dispararon en un 1700 por ciento entre 2008 a 2016.

A este calvario para lograr atravesar una de las fronteras más peligrosas en el mundo se suma la controvertida propuesta de Trump, impulsar la construcción de un muro para frenar la entrada irregular de inmigrantes. Actualmente existen barreras, entre muros, alambrada o vallas, que se despliegan a lo largo de 900 kilómetros entre México y Estados Unidos. Casi un tercio de la longitud total de California, Arizona y Nuevo México. El estado que menos barreras tiene es Texas.

Según un cálculo de The Washington Post, el llamado “Muro de la Vergüenza”, tendrá un costo superior a los 25 mil millones de dólares y requerirá la utilización de miles de obreros durante años, un costo que según el controvertido presidente estadounidense debe asumir México. Pero esta construcción no es sólo una ocurrencia de Trump. En 1993, al llegar Bill Clinton al poder, los demócratas construyeron sin escándalo alguno, parte del polémico muro. Mientras que Barack Obama ha sido el presidente que más indocumentados ha expulsado, unos dos millones y medio de emigrantes, durante sus ocho años de gobierno.

Hay que derribar los muros que dividen y construir puentes que permitan disminuir la desigualdad y aumentar la libertad y los derechos. “Más derechos y más libertad”, ha dicho el Papa Francisco, sobre el controversial muro durante una entrevista al diario italiano la Reppublica. Es momento de mirar con atención la problemática de los millones de migrantes en el mundo y buscar mecanismos de solución. Intentemos entender las razones de porqué un hombre, una familia o comunidades enteras abandonan el lugar donde nacieron.



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