Mañana domingo se celebrarán elecciones generales en México que, salvo sorpresas de último minuto, debe ganar la candidata oficialista Claudia Sheinbaum. De la postulante opositora, Xóchitl Gálvez, se espera sobre todo que acorte las distancias en el Congreso, para que el partido de AMLO, Morena, no logre la mayoría calificada que necesita para llevar a cabo los oscuros planes que ya inició en el último sexenio.

Los comicios se llevarán a cabo en un clima enrarecido por la cada vez más notoria deriva autoritaria del régimen de López Obrador y un mal que se ha convertido en una de las grandes amenazas para buena parte de las democracias latinoamericanas: la delincuencia y el crimen organizado.

Para combatir esta lacra, al actual presidente mexicano no se le ha ocurrido mejor idea que militarizar la lucha contra el delito que, siendo su componente principal, por cierto, no se limita al narcotráfico. Y el resultado de entregarle la administración de aduanas, carreteras, aeropuertos, fronteras y demás al Ejército ha sido desde luego la corrupción casi generalizada de sus altos mandos –aliados incondicionales de AMLO– y un registro de 180 mil muertes violentas en lo que lleva de gobierno.

De otro lado, durante su gestión ha sido notoria la voluntad de copar instituciones estratégicas del Estado a través de reformas para menoscabar la autonomía del Poder Judicial y debilitar dos organismos centrales para la integridad de la democracia en su país: el Instituto Nacional Electoral y el Instituto Nacional de Transparencia y Acceso a la Información. El objetivo inocultable es, pues, perpetuarse en el poder, como han pretendido (o logrado) muchos de los caudillos populistas o izquierdistas por los que siente afinidad en la región, Pedro Castillo uno de ellos.

Ante este coctel de corrupción creciente, rampante autoritarismo e inseguridad ciudadana es que las fuerzas democráticas de un amplio espectro político –de la izquierda hasta la derecha– se unieron tras la candidatura de Xóchitl Gálvez, una destacada profesional de origen humilde que se abrió paso en la política gracias a su inteligencia y compromiso con programas sociales exitosos (de los que incluso el gobierno del propio López Obrador ha terminado beneficiándose).

Una eventual victoria de Sheinbaum alargará, desde luego, la sombra funesta de AMLO en una nación con la que el Perú, hasta la intentona golpista de Castillo, mantenía sólidos lazos históricos y comerciales. Por el bien de estos vínculos y de la democracia del hermano país, esperemos que los peores pronósticos no se cristalicen.