"(...) San Pedro me recibirá allá arriba y me dirá: Pedro Pablo, tú has actuado bien. Yo lo sé", agregó PPK. (Getty)
"(...) San Pedro me recibirá allá arriba y me dirá: Pedro Pablo, tú has actuado bien. Yo lo sé", agregó PPK. (Getty)

El Perú está paralizado, las proyecciones de crecimiento del PBI apuntan a un guarismo de 2.5%. No solo se repite por segundo año consecutivo y es vergonzoso, estando en el gobierno un mandatario que es experto en economía y finanzas, sino que los ciudadanos comienzan a sentir la falta de empleo como algo inamovible. Sin mencionar la baja de la autoestima nacional, la decepción y el desengaño que se están convirtiendo en una letanía.

Son más los que quieren que el presidente se vaya. PPK no lo entiende, se siente perseguido por el fujimorismo y por la izquierda que votó a favor de él en las polarizadas elecciones de 2016. Apunta a la posibilidad imposible: que una buena parte del país, incluida la variopinta oposición, cierre los ojos y no vea su participación en Odebrecht cuando era ministro de Economía y premier.

Eso no va a ocurrir. Comprensiblemente es difícil de aceptar, pero polarizando el escenario político solo se llegará a una gran destrucción. Nos pasamos los días de los días enterándonos de que Gerardo Sepúlveda, empleado de PPK, ganó US$4 millones, de los cuales US$750 mil eran para él y el resto –la suma gorda– para la empresa unipersonal de PPK: Westfield Capital.

La información aparece como un magma. El rumor político es que hay muchos ingresos de Jorge Barata y Sepúlveda al MEF de PPK. Y saldrán más aspectos de la larga relación del hombre de negocios que es nuestro presidente. El siguiente capítulo de esta larga historia es su presentación ante la comisión Lava Jato. Falta esclarecer si los congresistas irán o no con su celular, si llevarán cámaras para registrar la sesión. Si no hay nada que esconder o controlar, debería permitirse, así habrá transparencia. Pero el pulseo será intenso. Algunos se preguntan si motivará que se frustre tan importante reunión.

La moción de vacancia tiene 10 días de plazo, después ser presentada, para verse en el Pleno. Los congresistas que están a favor cuentan los votos desesperadamente. Tienen 79, dicen algunos; faltan tres votos, afirman otros. Siempre estará la seducción con promesas para definir a los indecisos, un congresista ya lo admitió.

¿Puede un país vivir permanentemente en esto? Imposible, todo está detenido, la inversión se mantiene cautelosa por no decir asustada. Sea pato o gallareta, debemos salir de esta polarización cuanto antes. Parece imposible. Si no hay vacancia, las denuncias contra el presidente seguirán. Si la hay, solo queda decirles a los ciudadanos: ajústense los cinturones, la turbulencia es fuerte. Martín Vizcarra, embajador en Canadá y primer vicepresidente, tiene la gran responsabilidad de mantener la calma e inspirar la confianza que ya perdió el mandatario. El Perú no merecía este descalabro.