Casonas son una bomba de tiempo. (Referencial/César Fajardo)
Casonas son una bomba de tiempo. (Referencial/César Fajardo)

El Perú es un país culturalmente muy rico, y esto se puede apreciar a simple vista en las edificaciones de los distritos más antiguos de la ciudad. Estas construcciones, usualmente declaradas monumentos históricos, sin embargo, evidencian no solo nuestro bagaje histórico, sino también la vulnerabilidad de Lima frente a un posible terremoto o sismo de alta magnitud. Se encuentran, en su mayoría, en un estado deplorable y en riesgo de colapsar, convirtiéndose en una hermosa pero flagrante amenaza.

A modo de muestra, según la Municipalidad Metropolitana de Lima (MML), solo en el centro de la ciudad existen unas 1,000 casonas en riesgo de colapsar por sismos o lluvias. Asimismo, de acuerdo con el Colegio de Arquitectos del Perú, más del 70% de las ubicadas en la zona histórica del Rímac colapsarían ante un fuerte sismo.

Si bien el Ministerio de Cultura ha intentado promover la inversión privada en la recuperación de estos inmuebles, esto solo se dio en las edificaciones más emblemáticas y zonas más comerciales. La ausencia de incentivos reales explica por qué el grueso de monumentos históricos están, desde hace décadas, en un lento proceso de deterioro.

En este contexto, la Ley N°29415 concibe la posibilidad de reedificar total o parcialmente monumentos históricos en mal estado, siempre que se respeten las características del inmueble original. Pero este recurso casi nunca se aplica en la práctica, debido a las trabas burocráticas que constantemente impone el mismo Ministerio de Cultura.

Lima no sufre un terremoto de gran magnitud desde hace 270 años, lo que implica que vivimos una silenciosa e impredecible cuenta regresiva. Barreras, trabas e irracionales temores nos impiden recuperar el casco histórico y nos vuelven más vulnerables; pocos serán los monumentos que sobrevivan y muchas las personas que perezcan.

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