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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Hace 196 años que José de San Martín (no Bolívar, Sres. del Minedu) proclamó la independencia del Perú. Sin embargo, a cuatro años del bicentenario, nuestros colonizadores monárquicos han sido reemplazados por la tiranía de la informalidad y aventureros de la política.

El país sigue fracturado. Lima, con tanto ruido, no escucha a las regiones y estas buscan siempre acentuar las distancias con la egoísta capital. El primer año de gobierno de Pedro Pablo Kuczynski, tras una encarnizada campaña que nos dejó a todos agotados, fue decepción temprana y una constatación de lo profundo de nuestro daño estructural.

Creímos que el avance de la macroeconomía de las últimas dos décadas podría bastar, pero, oh sorpresa, nuestra informalidad nos demuestra cada día que casi todo está tomado.

Los nuevos rostros de la política, estos nuevos movimientos electorales que incluso han llegado a ser gobierno, estas pymes exitosas sin RUC, como las llama Carlos Meléndez refiriendo a la ex pareja presidencial –hoy en prisión preventiva–, la debilidad de un gobierno que cree que un manejo técnico tendrá la muñeca suficiente para lidiar con los problemas sociales de un Perú dividido y un jefe de Estado que parece no tener la fuerza para comerse el pleito de gobernar con firmeza.

A estas alturas, el diagnóstico está dado. Hasta el mismo contralor recién elegido dice que los órganos de control han sido penetrados por la corrupción. Tenemos dos presidentes en la cárcel, otro prófugo y un cuarto investigado. Tenemos un par de chicos que murieron encerrados con candados en el incendio de una galería comercial tugurizada en las narices municipales, son solo ejemplos de precariedad y carencias institucionales, tenemos infiltración de grupos terroristas en sindicatos que mueven paralizaciones docentes. Tenemos un sistema de transporte de bárbaros sin ley. ¿Quo vadis, peruanos? A pesar de todo, mañana es 28. ¡Viva el Perú, carajo!