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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

A 10 días de la elección, Keiko Fujimori (a pesar de Joaquín Ramírez) sonríe y PPK aprieta su acelerador más agresivo. "Lo más probable es que hijo de ratero sea ratero también, de tal palo tal astilla", dijo el candidato de Peruanos por el Kambio en San Miguel.

¿Le sirve esa actitud (como le aconsejan sus allegados) en un post-debate, que muchos dicen que perdió por no ser duro con su adversaria? ¿Son posturas que convencen a los indecisos? ¿O solo refuerzan titulares y los votos de los antifujimoristas que, estoy segura, pasaron automáticamente a PPK cuando clasificó (con susto) a segunda vuelta?

Es verdad que, en el debate presidencial en Piura, Keiko (como en toda su campaña) se mostró ganadora, dispuesta a todo, usó un tono severo y, sin duda, se plantó en el escenario desde el primer minuto. PPK, en cambio, no había reconocido el terreno la noche anterior (como su contrincante) y se le percibió incómodo en el arranque, perdiendo una magnífica oportunidad de dar una cátedra sobre la visión de país de alguien experimentado e inspirador.

El orden de intervención y el formato de la puesta en escena (que esperemos que evolucione en el tiempo para que se convierta en verdadera confrontación de ideas) fue preparado, en detalle, por los representantes de cada partido y el Jurado Nacional de Elecciones. En ese sentido, los moderadores nos ceñimos estrictamente a ese acuerdo.

Lo que queda claro de esta experiencia es que la audiencia televisiva, en conjunto, alcanzó más de 70%. Un porcentaje que demuestra la gran expectativa de la población electoral. Los candidatos (especialmente Pedro Pablo Kuczynski, quien estuvo disperso y por momentos parecía distraído) están obligados a prepararse para que el encuentro final defina los votos de los que dudan, y estos no son ni los antifujimoristas rabiosos ni los fujimoristas más duros.