[Opinión] Mónica Delta: Desde el diván con el hermanón. (Presidencia)
[Opinión] Mónica Delta: Desde el diván con el hermanón. (Presidencia)

Analizar las decisiones del presidente Pedro Castillo parece, por momentos, un laberinto. ¿Castillo elabora o parcha para contentar a sus aliados y para pasarle la mano a los radicales? ¿Es estratégico o decide con el último que lo visita? Una semana cambia a un perturbador, disociador, como Bellido, lo reemplaza por Mirtha Vásquez, negociadora, concertadora, pero al mismo tiempo designa a un Barranzuela, sin ninguna calificación para el Ministerio del Interior, con antecedentes de mala conducta pero que además va en contra de una política nacional antidrogas.

Vásquez y Francke declaran que la Asamblea Constituyente no es una prioridad; Castillo no refrenda, más bien nombra como su asesor a Ricardo Belmont, quien ha tenido frases machistas y se ha pronunciado contra las vacunas, contra los gays, contra los venezolanos en el Perú e, incluso, hace poco, contra el mismo Castillo y su premier recién nombrada. Ni el más pintado analista puede describir el pensamiento Castillo, si al menos, hay alguno. La última encuesta de Ipsos le da 42% de aprobación al mandatario; sobre todo, el respaldo lo recibe desde las regiones, donde la reactivación, la salud son temas prioritarios, pero en lo que más inciden, para darle el beneficio de la duda, es en la necesidad de un cambio. Aún le están dando tiempo, pero las decisiones erráticas, incomprensibles, de no querer trazar una línea clara de objetivos nacionales que estén por encima del pago de favores a compañeros radicales de ruta, que lo que quieren es su trozo de poder, nos marean a todos, porque las vueltas comienzan a ser en círculos y muy viciosos. ¿A dónde quiere ir el presidente? ¿A dónde nos lleva? Lo que funciona, impulse; lo que divida, deseche. La inteligencia también implica ser consciente de las limitaciones y convocar a los mejores, no a los peores. El Perú tiene talento, utilícelo. Puede impulsar las reformas sociales que el Perú necesita, pero bote de su carro a los que no están preparados para los cargos importantes del país. No busque reescribir la historia; haga historia como ciudadano del pueblo que quiere seguir creciendo, en libertad, con mejores oportunidades, sin desandar lo bien andado. Rodéese de quien no lo adula ni le da la razón, esos son los peores, y a la primera, lo soltarán al vacío.

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