notitle
notitle

Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Al borde de un ataque de nervios está el equipo de campaña de APP. Serios indicios de deshonestidad han causado hasta alertas internacionales. Quien se ufana de querer ser el presidente de la Educación en el país podría resultar convertido en un tramposo más. En las primeras comparaciones hechas por la antropóloga peruana (Sandra Rodríguez) y un ingeniero agrónomo (Luis Vélez) se ha puesto en evidencia que un importante porcentaje de la tesis doctoral de Acuña en la prestigiosa Universidad Complutense de Madrid es un aparente fraude, una copia fiel de otros autores.

La misma casa de estudios española ha anunciado una investigación de oficio y, de comprobarse, Acuña perdería el doctorado de la Complutense y le anularían el posdoctorado de la Universidad de Santo Tomás en Colombia. En España, esta 'pillería' es un delito. Acuña hasta ahora representa una forma de éxito y, por lo visto, con muchos atajos. El dinero como cancha, frase que tanto le gusta repetir (por consejo de Favre), y la criollada como cancha que lo caracterizan puede convertirse en evidencia de inmoralidad. Peor aún, un personaje que busca ser ejemplo resulta que habría conseguido sus 'goles' sin pasar por un esfuerzo. Lograr un mérito, sin exigencias y apelando a la mentira, es inmoral.

La pregunta que tendríamos que hacernos es esta: ¿si estuviésemos en la necesidad intelectual-aspiracional y con la plata de Acuña, apelaríamos al atajo del plagio? Seguro que en nuestra cultura "emergente y sobreviviente" levantamos la ceja para la crítica, pero, a la hora de la verdad, resultamos tan complacientes como con la frase "roba pero hace obra". Lo importante es mirarnos en nuestro verdadero espejo y enfrentarnos a lo que realmente vemos. Una sociedad informal con demasiada "flexibilidad moral". Nuestra estatura ciudadana debe ser medida con la vara que queremos medir la estatura de los que nos quieren gobernar.