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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

En medio de la 'narconovela' Oropeza, las elocuentes facturas de golosinas del ex fiscal de la Nación Ramos Heredia, los congresistas fujimoristas caraduras que usaron la plata de los peruanos para un viaje proselitista, los cinco parlamentarios que han sido sancionados por Ética pero que siguen en funciones porque no se discute en el Pleno, probablemente porque los nacionalistas necesitan esos votos, opté por un ejercicio en mi programa de radio Capital: reemplazar, por un momento, al personaje del cuento Aladino y su lámpara maravillosa y preguntarle al público cuál es su deseo más ferviente en el último año del período gubernamental.

La respuesta mayoritaria fue SEGURIDAD. Esa es la prioridad de los peruanos y no es para menos. Ayer se publicó el Barómetro de las Américas y me devolvió a la preocupación ciudadana diaria. El Perú ha salido con la tasa más alta de delincuencia en la región. Los cuatro puestos debajo de nuestro país son Ecuador, Argentina y Venezuela, que están empatados, y México. Queda claro que pese al interés y al buen perfil mostrado por el ministro del Interior N° 7, José Luis Pérez Guadalupe, la gente tiene miedo. La gente cuestiona el sistema y su legitimidad y eso es muy peligroso para nuestra sociedad. La situación de inseguridad crece. El 46,7% identifica el problema de la criminalidad como el más importante. Esta columnista quiere llamar la atención de ello. Procurar que la población se sienta segura en sus casas y calles es una obligación moral de todas las autoridades. Aún podemos declarar en emergencia el sistema para tomar decisiones que le importan a la población. Si logramos atacar este problema, será más factible un mejor liderazgo.

Dentro de esa criminalidad galopante están, por supuesto, las grandes redes mafiosas, infiltradas en todos los niveles públicos y privados. No estamos para cuentos, sino para acciones efectivas.