(Foto: EFE/ Paolo Aguilar)
(Foto: EFE/ Paolo Aguilar)

En los últimos días, el debate que tendrá lugar mañana debe haber estado rondando, sobre todo, la cabeza de quienes aún no han definido su voto. De aquellos que todavía tienen dudas sobre la opción que más conviene para el país. Es a ellos a los que se dirigirán los contendores, además de, por supuesto, el número de peruanos que desconfían de ambas candidaturas o no quieren marcar ninguno de los dos casilleros.

Está claro que uno y otro tienen ya, a estas alturas, un núcleo duro de simpatizantes, que la última encuesta de Datum da un empate técnico. Mucho se ha bregado en la tienda de Fuerza Popular para llegar a ese punto, pues comenzó con una notoria desventaja en las preferencias.

El hombre del lápiz ha ido perdiendo adeptos conforme avanzaba la campaña, pues en el trayecto de días y semanas, no solo fue quedando en evidencia la orfandad absoluta de sustentos técnicos para sus endebles propuestas, sino que también ha ido mostrando la vena profundamente autocrática de su proyecto extremista, confiscador, enemigo de la inversión y la propiedad privada, sea cual sea su escala.

Y lo que es peor, su animadversión por cualquier organismo regulador del Estado que defienda a estudiantes, consumidores, usuarios o ciudadanía en general, de los abusos que cometen malos comerciantes, malos empresarios e incluso autoridades, al prometer que su gobierno desactivará o cerrará el Tribunal Constitucional, la Defensoría del Pueblo, la Sunedu, la Ley de la Carrera Magisterial, la Sutran, la ATU y similares.

Con lo que, en el proyecto de Castillo, los ciudadanos quedarían indefensos y expuestos ya no solo a las universidades bamba, los maestros incompetentes, las combis asesinas o el transporte informal en las carreteras, sino a toda clase de intereses inescrupulosos y mercantilistas. El paraíso soñado por la corrupción, es decir, porque también ha atacado al Ministerio Público y el Poder Judicial, especialmente cuando se le pregunta por las investigaciones y condenas que penden sobre su “causa” Vladimir Cerrón.

No olvidemos que de un paraíso semejante, admirado por Perú Libre, proviene el millón de venezolanos que han llegado al Perú, agobiados por el hambre, el autoritarismo, los racionamientos y la miseria de su país. Que el debate de mañana sirva para alejar al Perú de tan nefastos espejismos.