(Foto: Presidencia)
(Foto: Presidencia)

En su entrevista con CNN, el presidente Pedro Castillo, además de dejar una pésima imagen a nivel internacional como gobernante, soltó una serie de afirmaciones que, en verdad, al contrario de la imagen de un simplón y sincero “hombre del pueblo” que pretende proyectar, constituyen un insulto a la inteligencia de los peruanos.

Tuvo la desfachatez, por ejemplo, de declarar que no conocía a la lobista Karelim López y que se sorprendió cuando le llevaron el show a su hija en Palacio, cuando todo el país la vio en un reportaje televisivo, entrando y saliendo de la ya famosa casa de Sarratea, a la que también concurría el presidente de manera subrepticia y donde, según sus inverosímiles palabras, él se limitaba a “saludar” a los empresarios que se apersonaban.

Y, desde luego, han quedado en evidencia los vínculos de Karelim López y sus asociados con las altas esferas del gobierno, luego de obtener pingües contratos con empresas públicas por los días en que se airearon esos encuentros clandestinos en Breña. Si se reunieron solo a tomar café, como cínicamente desliza Castillo, pues vaya que fueron cafés cargados… pero de albricias sólidamente pecuniarias.

No olvidemos que varios de esos negociados se encuentran hoy bajo investigación, ante el cúmulo de irregularidades registradas durante las adjudicaciones, procesos en los que, además, el mandatario estaría seriamente involucrado, según los primeros indicios recogidos por los fiscales.

Falta a la verdad, descaradamente, también, cuando dice que Vladimir Cerrón no tuvo ninguna injerencia en los nombramientos para cargos en el gobierno, cuando es sabido de sobra que Guido Bellido y Héctor Béjar fueron imposiciones directas del procesado y condenado exgobernador de Junín, dueño del partido político que lo encumbró como candidato a la Presidencia de la República.

Pero la mitomanía presidencial parece llegar al paroxismo cuando afirma que él ignoraba que algunos de los ministros nombrados por su gobierno tenían vinculaciones con el Movadef, cuando este organismo de fachada de SL es, desde su fundación, uno de los pilares del sindicato magisterial que él encabezaba.

Una retahíla, pues, de vergonzosas falsedades y medias verdades que dicen mucho de la honestidad de un personaje que, en cambio, sí acierta y no falta a la verdad cuando dice “yo no sé ser presidente”.