No conformes con derogar la ley que iba a facilitar que varios jóvenes pasaran a la formalidad, las autoridades políticas desean elevar la valla del empleo formal aún más incrementando el –ya elevado– salario mínimo. En un contexto en el que uno de cada cuatro peruanos trabaja en la informalidad produciendo –en promedio– menos que el actual salario mínimo, es difícil entender cómo se puede justificar tal iniciativa. Asimismo, en la medida en que la productividad de los trabajadores se encuentre por debajo del salario mínimo, no tendrá sentido para los empresarios formales contratar a empleados que cuestan más de lo que aportan a la compañía. Sin duda, la tarea más importante consiste en mejorar la productividad, pero, mientras esta situación no se dé, deberíamos, por lo menos, evitar seguir excluyendo con costosas regulaciones.