Miseria urbana
Miseria urbana

Es común pensar que las ciudades “empobrecen a las personas” y son “la cuna de la desigualdad y privaciones”. Lo cierto es que la presencia de miseria es una prueba de sus virtudes y no una debilidad, pues las grandes metrópolis no empobrecen a las personas, sino que atraen a quienes buscan mejores oportunidades.

Esto explica por qué en el Perú, desde la década del 40, empezaron las grandes olas de migración del campo a la ciudad. Así, la población urbana pasó de 11.6 millones en 1981 a 23.9 millones en 2015 (INEI) y, en las últimas cinco décadas, las áreas urbanas en la capital aumentaron en 1,600%.

El problema es que el grueso de la expansión urbana se dio en el marco de la informalidad, con invasiones y tráfico de tierras. Por ejemplo, en Lima, de 2007 a 2017, las viviendas cuyo origen es la invasión pasaron de ser el 23% al 34% (Enaho).

Las familias que ocupan viviendas informales se ven obligadas a vivir por años en una condición de vulnerabilidad. Esto fue estudiado por la Asociación de Contribuyentes del Perú, para lo cual se comparó en cada distrito la calidad de vida de hogares informales, originados por invasiones, y formales.

Por ejemplo, a 2017 en Carabayllo, tres de cinco viviendas informales estaban construidas con materiales precarios (como adobe o esteras), mientras que solo una de cinco viviendas formales presentaba tales materiales. De igual forma, mientras que la mitad de hogares informales no tenía conexión de agua y desagüe, todos los formales ya contaban con dicha conexión.

La lamentable situación que miles de familias viven se debe a la falta de proactividad –por décadas– de nuestras autoridades para liderar la expansión urbana. Esperemos que las nuevas autoridades ediles aborden esta problemática.

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