Iber Maravi fue fundador del Conare-Movadef en 2003.
Iber Maravi fue fundador del Conare-Movadef en 2003.

No hay cómo terminar con el gabinete de Guido Bellido; basta con sacudir un poco las hojas de vida de algunos ministros para que los prontuarios comiencen a aparecer como una suerte de tinta invisible. Algunos peores que otros, desde luego, como los del ministro de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE), Íber Maraví, a quien documentos de Inteligencia policial sindican como uno de los fundadores del Conare-Movadef en el año 2003, como se reveló ayer en Perú21.

Los nexos entre esta organización con el terrorismo se han demostrado hasta la saciedad. ¿Es posible que un fundador de un organismo de fachada de Sendero Luminoso pueda ocupar el cargo de ministro de Estado sin poner en riesgo la seguridad nacional?

Maraví negó haber sido secretario de Juventudes del Movadef en Ayacucho, como se le acusaba, pero otras evidencias caen por su propio peso.

Y no conviene olvidar que la primera medida del ministro, ni bien llegó al puesto máximo del MTPE, fue otorgarle la inscripción al sindicato magisterial fundado por Pedro Castillo, la Federación Nacional de Trabajadores en la Educación del Perú (Fenatep), que, según diversos analistas, tiene precisamente como miembros a personas vinculadas al Movadef y que reúne a la dirigencia del Conare.

Las conexiones saltan a la vista. Maraví figuró incluso como participante, en representación del Conare, como interlocutor de una mesa de diálogo convocada por el Ministerio de Educación en julio de 2007, durante el gobierno de Alan García, que decidió conversar con ellos además de con el Sutep luego de una huelga nacional de docentes. Su participación e importante posición en la dirigencia del sindicato prosenderista ha quedado más que documentada.

Para el Estado de derecho, es una auténtica afrenta que el país tenga hoy a un ministro vinculado a una organización terrorista que devastó el país con su sanguinaria estrategia para tomar el poder. El señor Íber Maraví no debería permanecer un minuto más en un gabinete que continúa haciendo agua por todos lados, sumando a la incompetencia de buena parte de sus miembros, antecedentes nefastos para la democracia peruana.