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[Opinión] Joaquín Rey: ¿Por qué baja el dólar?
“Así, por ejemplo, el cobre, nuestro principal mineral de exportación, subió 18% en el último año. Esto implica una mayor entrada de dólares en pago a nuestras exportaciones, es decir, una mayor oferta de divisas”.
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Algunos defensores del gobierno presentan la reducción del tipo de cambio como una señal de fortaleza de la administración Castillo y como un argumento para ningunear y hasta ridiculizar las preocupaciones de millones de peruanos por el caos político que vivimos. Efectivamente esta semana el precio del dólar llegó a su nivel más bajo desde fines de abril. No obstante, en economía lo correcto es analizar los resultados no solo de manera absoluta, sino principalmente en forma relativa. Es decir, más allá de observar el tipo de cambio actual, debemos preguntarnos cuál sería su nivel en el escenario contrafactual de una administración competente, capaz de dar mínimas señales de estabilidad en materia económica. Cuando se aborda la pregunta de esta manera, se puede concluir que el tipo de cambio baja no gracias al gobierno, sino más bien a pesar del mismo.
¿Cuáles son entonces los elementos que han contribuido a la reducción en el precio del dólar? Principalmente dos y ambos son ajenos a lo que sucede en Perú. El primero tiene que ver con el nivel de precios en Estados Unidos. El último jueves el Departamento de Trabajo del Gobierno norteamericano publicó su reporte de inflación de enero, en el que revela que la inflación interanual de este mes fue de 7.5%, es decir, la más alta en cuatro décadas. Ante este dato, ha surgido la expectativa de una subida en la tasa de interés de referencia de la Reserva Federal norteamericana para frenar la escalada en precios. Esto llevaría a una desaceleración en la economía de Estados Unidos, puesto que mayores tasas de interés redundan siempre en una contracción de la inversión. Esto ha generado una previsible devaluación del dólar no solo en Perú sino a nivel global en las últimas jornadas.
Otro elemento que ha jugado un rol decisivo es el precio de los bienes que exporta nuestro país al mundo. Así, por ejemplo, el cobre, nuestro principal mineral de exportación, subió 18% en el último año. Esto implica una mayor entrada de dólares en pago a nuestras exportaciones, es decir, una mayor oferta de divisas. Como en cualquier otro mercado, esto se traduce en un menor precio, es decir, un menor tipo de cambio.
Los dos factores mencionados son absolutamente exógenos al modelo. Hubieran estado ahí al margen de nuestra coyuntura. Son vientos de cola que empujan nuestra moneda a pesar de la precariedad, indefinición e incertidumbre que caracterizan a nuestro ejecutivo.
Dicho lo anterior, hay un elemento adicional que sí corresponde a la acción del gobierno y puede haber ejercido una influencia positiva. Se trata de la designación de Óscar Graham en el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF). Ingeniero económico de la Universidad Nacional de Ingeniería y máster en economía por la Queen Mary University de Londres, Graham cuenta con una amplia experiencia en el Estado. Ha sido viceministro de MYPE e Industria, director general de Mercados Financiero y Previsional Privado en el MEF, y economista del Banco Central de Reserva. Su nombramiento es una extraña excepción meritocrática al criterio de cuoteo y argolla que ha caracterizado casi la totalidad de designaciones ministeriales en lo que va del gobierno.
Desde este espacio le deseamos éxitos al ministro Graham. Aunque a estas alturas parece improbable, esperamos que el entorno presidencial le de respaldo y autonomía, y pueda brindar la cuota de sensatez que tanta falta hace en esta administración.
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