(GEC)
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El Ministerio de Cultura se ha vuelto un afanoso agente de propagación de ideología marxista a través de “películas” que apoya económicamente con nuestros impuestos. Esta semana los peruanos nos enteramos de que Cultura había apoyado financieramente una película apologista sobre el guerrillero comunista Hugo Blanco, que estuvo encarcelado por abatir al heroico policía Hernán Briceño Minauro.

Pero ese no ha sido el único largometraje que Cultura –vía su dirección de cine, llamada DAFO– ha financiado sobre un violentista comunista, pues antes tuvimos otros dos filmes-apologías (El viaje de Javier Heraud, del cineasta comunista Javier Corcuera, y La pasión de Javier, del director caviar Eduardo Guillot) sobre el poeta y guerrillero castrista Javier Heraud.

Otras linduras de propaganda marxistoide que ha solventado el Ministerio de Cultura con nuestros tributos han sido La revolución y la tierra (una apología de la dictadura velasquista) y La hija de la laguna, en la que se mitificaba a una campesina, convertida en una supuesta heroína por el Frente Amplio del excura Arana, que ha obstaculizado mucho el tan necesario proyecto cuprífero y aurífero Conga porque se resiste a abandonar una minúscula parcela que la minera le compró hace mucho tiempo a su comunidad.

Todas estas películas son premiadas por jurados convocados por la DAFO, en la que uno encuentra los nombres usuales de la argolla intelectualoide rojicaviar peruana. ¡Se conocen y se premian entre ellos con nuestros impuestos! Por eso estos presupuestívoros defienden tanto estas películas y a este ministerio dilapidador que sobra.

Lo más irritante es que parte de este financiamiento se dio bajo el supuesto gobierno derechista de PPK, que no solo nos resultó un corrupto lobista y un inútil gobernante, sino también un “tonto útil” y un “compañero de viaje” de la izquierda.