Mi jubilación, en mi colchón

Durante varios años se ha propuesto un sinfín de reformas para las AFP que han carecido no solo de estudio técnico, sino de sentido común. Una de las propuestas más comunes es seguir regulando a las pocas que quedan. Aquello es ridículo puesto que, gracias a esas populistas regulaciones que supuestamente benefician a los pensionistas, el mercado de las AFP se ha vuelto poco atractivo y se ha reducido a unas cuantas empresas que, de liberalizarse el mercado, carecerían del enorme beneficio que poseen actualmente. Asimismo, es irónico que aquellos congresistas que llevan 20 años en el Congreso y siempre hablan de regular a las grandes empresas y eliminar monopolios, hayan creado, gracias a sus regulaciones, un oligopolio de AFP.

Por otro lado, el principal problema no es que haya pocas empresas en el mercado de pensiones, sino que el Estado nos considera tan estúpidos que, pensando que no sabemos administrar nuestro dinero, nos obliga a pertenecer o a la ONP que es un desastre, o a una de las pocas AFP que tampoco son buenas. Y la pregunta es: ¿acaso el Estado y sus burócratas corruptos e ineficientes saben administrar mejor que nosotros nuestro propio dinero?

Si en verdad los políticos quieren evitar los abusos de las grandes empresas y beneficiar a los contribuyentes, deberán eliminar las regulaciones para que más empresas compitan y se quiebre el oligopolio creado por el Estado. Y, por último, deben darle la libertad a cada individuo de poner su dinero donde mejor le parezca, así sea dentro de su colchón; y si decide derrocharlo, deberá asumir su responsabilidad y no vivir con el dinero de otros.

La libertad conlleva responsabilidad; y no podemos exigir responsabilidad a ciudadanos que ni siquiera tienen la libertad de guardar su dinero donde mejor les parezca.