Evo Morales. (Foto: Agencias)
Evo Morales. (Foto: Agencias)

La democracia es lo más valioso para cualquier república. Desde pequeños nos enseñan que nuestro voto hace la diferencia y tiene que ser respetado. Sin embargo, parece que para muchos peruanos que dicen oponerse al autoritarismo, no respetar el voto de los ciudadanos solo es malo cuando el que comete el fraude no tiene la misma ideología que ellos.

Ante el fraude electoral y la caída de Evo Morales en Bolivia, sectores que suelen acusar al fujimorismo de autoritario y corrupto por no respetar las elecciones de 2000 se solidarizaron con Morales, quien cometió un fraude electoral y reprimió a los manifestantes opositores. Incluso, movimientos como Nuevo Perú, de Verónika Mendoza, consideraron que en Bolivia había un intento de golpe de Estado contra Morales. Asimismo, es lamentable que, para un sector de la izquierda, los fraudes pueden ser buenos o malos: si lo comete Fujimori, es malo, pero si lo comete Evo, es bueno. O la represión policial pueda ser condenable o válida, dependiendo del país en la que se aplique. Por ejemplo, si se reprime a manifestantes en Chile, es una dictadura neoliberal, pero si se reprime a manifestantes en Bolivia, es defensa contra el imperialismo.

Así parece funcionar la moral y principios de políticos que hablan mucho de democracia y derechos, pero cuyas convicciones son muy distintas a sus discursos estéticos. Son esos políticos a los que hay que vigilar, porque de ganar las elecciones, pueden usar las mismas excusas con las que justifican a Evo para perpetuarse en el poder.

Es así como un sector de la izquierda que decía ser lo opuesto al fujimorismo terminó justificando a Evo, con las mismas excusas con las que los fujimoristas justifican a Fujimori.

¡Vaya ironía! Tal vez sectores de la izquierda y el fujimorismo no sean tan distintos.