Perú tiene un Ministerio de Hacienda del siglo XIX. Uno preocupado por la caja que permitió un agudo deterioro fiscal. Seguimos siendo solventes porque fuimos prudentes en las vacas gordas. Esto es inusual; hay que darle crédito al MEF.

El MEF está a cargo de la política económica, pero brilla por su ausencia pese a ser un tema importante.

El Gobierno estaba revirtiendo la reforma de Proinversión iniciada por este mismo Gobierno, maltrataron a quien hacía el plan de infraestructura, no tienen asesores líderes ni para el plan, ni para las clases de activos que se quiere otorgar en concesión y el director de Proinversión es el único con experiencia en financiamiento de proyectos del mercado global.

En innovación, es loable el trabajo de FINCyT. No estamos, ni por asomo, cerca de aprovechar nuestra diversidad. No es claro que vayamos a empezar a exportar medicinas con el cannabis, pese al boom de otros países. Los inversionistas no van a esperar a que la pecatería ignorante deje de ser relevante.

Seguimos esperando a que se aclare el fallo del Tribunal sobre Telefónica de 2001, el que regresó una suerte de estabilidad laboral absoluta. El responsable en gran medida por el desastre que acaba de ilustrar Miguel Jaramillo: solo 8% de los contratos laborales son indefinidos.

Gustavo Yamada ha recordado otro: la mitad de los bachilleres son subempleados. Sunedu seguirá avanzando, lo que también es positivo.

El MEF debería liderar todas estas reformas. Carlos Oliva no la tendrá fácil. El presidente dice que los pobres no deben pagar impuestos, cuando solo uno de once lo hace. Y el ministro Trujillo se comprometió a subsidiar S/0.8 por galón de diesel, cuando se quiso gravar con S/0.4 más. El enemigo duerme en casa. Solo queda ayudar. Así sea el MH XIX.

LEE MAÑANA A: ALEXANDRA AMES