La Junta de Portavoces acordó cambiar, una vez más, la fecha de la elección de la nueva Mesa Directiva. (Foto: Congreso / Video: Congreso TV)
La Junta de Portavoces acordó cambiar, una vez más, la fecha de la elección de la nueva Mesa Directiva. (Foto: Congreso / Video: Congreso TV)

Dos candidaturas de tendencias bastante definidas serán las que finalmente se enfrenten por el control de la Mesa Directiva y la presidencia del Congreso de la República para el periodo 2019-2020. Aunque con pocas esperanzas de que se produzcan grandes giros o golpes de timón en el derrotero de cada alternativa, se trata de una elección importante dados los turbulentos sucesos políticos-judiciales que remecieron las legislaturas que la preceden.

Por un lado vuelve a postular su actual presidente, Daniel Salaverry Villa, esta vez respaldado por un acuerdo multipartidario –recordemos que él llegó al cargo con los votos de Fuerza Popular, pero luego de pedir inicialmente licencia partidaria, terminó renunciando a la agrupación– que a no dudarlo buscará tender puentes con el gobierno de Martín Vizcarra, respaldándolo en la lucha contra la corrupción, pero, en líneas digamos generales, también para empujarlo a tomar decisiones que saquen al país del empantanamiento económico. Decimos en líneas generales porque para nadie es un secreto que cada bancada que participa en esta lista tiene, a su vez, su propia agenda.

Al frente, con el favoritismo que le da su condición de mayoría parlamentaria, se presenta la lista de la oposición, con Pedro Olaechea Álvarez-Calderón a la cabeza, congresista que entró al hemiciclo gracias a la victoria de Pedro Pablo Kuczynski en los últimos comicios, pero luego se fue plegando a posiciones miméticas con las de Fuerza Popular, pese a contar ahora con una pequeña bancada, autodenominada Acción Republicana. Previsiblemente, esta postulación del fujimorismo y sus satélites continuará con la política de blindajes a funcionarios adictos, y una campaña para acabar con la prisión preventiva que enfrenta Keiko Fujimori.

En la legislatura que viene resultará gravitante asimismo el eventual retorno de Kenji Fujimori, con su reagrupada hueste, cuya orientación y lineamientos no dejan de ser imprevisibles, pese a su consanguínea proximidad a Fuerza Popular. Lo que espera la ciudadanía, sin embargo, es que más allá de enfrentamientos entre los poderes del Estado –Ejecutivo y Legislativo–, el país se eche a andar de una vez por todas.

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