Maternidad y prejuicios. (USI)
Maternidad y prejuicios. (USI)

En una conferencia en línea, una mujer afirma que desde muy temprano tuvo claro que no tendría hijos. Reivindica el derecho femenino de definir una identidad que no pasa por la maternidad. Relata las reacciones incrédulas, desconcertadas, o condescendientes de los adultos cuando era niña y expresaba su deseo de no procrear, así como los interrogatorios y tácticas dilatorias de los proveedores de salud cuando, ya adulta, pidió un procedimiento quirúrgico para asegurarse de que no se convertiría en madre.

He escuchado últimamente muchos argumentos: no nacer es mejor que nacer y, si bien haber nacido es algo que no pedí y sobre lo que no tengo control —me opongo al suicidio—, no quiero contribuir a que alguien nazca; me hago cargo de alguien que ya está en este mundo, pero no traigo a nadie más; hay otras cosas más interesantes que hacer; criar niños consume demasiados recursos, para mencionar algunos.

Creo que lo anterior es legítimo, respetable desde todo punto de vista y no encuentro ninguna razón para que las mujeres que piensan de esa manera y sus parejas que las apoyan no puedan concretar sus decisiones o sean singularizados negativamente. Pero esas personas deben entender las reacciones de la vasta mayoría de seres humanos, incluyendo maestros, profesionales de la salud, servidores públicos y otros orientadores: nuestras entrañas mentales conducen a la procreación y sus roles. El cerebro no se ha enterado de las condiciones novedosas que comenzaron a cambiar las reglas del juego desde hace tan solo 10 milenios y las han transformado radicalmente hace dos siglos.

Educación, paciencia, tolerancia, reformas, tiempo, activismo, luchas y mucho respeto es lo único que puede llevar a la convivencia civilizada y justa entre humanos.

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