En un chat entre periodistas, estalló la alarma: una colega de televisión lanzó la alerta. No era un rumor. Era real. Ella misma había descubierto que su nombre y su firma habían sido usados para inscribirla en un partido político sin su consentimiento. No había firmado nada. No había autorizado nada. Y, sin embargo, aparecía afiliada a Voces del Pueblo, el partido político fundado por el congresista Guillermo Bermejo.
Pocas horas después, otros colegas hicieron el mismo ejercicio: verificar en la página web del Jurado Nacional de Elecciones (JNE) y nuevamente saltó que otra conductora de televisión también aparecía inscrita en un partido político sin haberlo solicitado. No era un caso aislado. Cuando se ampliaron las indagaciones, se pudo comprobar la existencia de un fraude masivo, una apropiación escandalosa de la identidad y voluntad ciudadanas.
Los partidos políticos involucrados no son pocos, pero destaca notoriamente Perú Primero, de Martín Vizcarra, con esta importante acotación: Vizcarra en 2019, durante su gobierno, impulsó que la validación de firmas para inscribir un partido la hiciera el JNE, quitándole esa responsabilidad al Reniec. Este cambio dejó la puerta abierta a la falsificación y la mentira colectiva.
Con su habitual tendencia a lo que se le cuestiona: su tendencia a lo ilegal, Vizcarra quizás sabía lo que hacía y aparentemente usando su facultad de gobernante se proyectó hacia el futuro, un futuro en el que ha terminado descubierto.
Hoy miles de ciudadanos figuran como afiliados a partidos sin saberlo y sin autorizar la inscripción. Esos ciudadanos han sido expuestos al riesgo de enfrentar cuestionamientos en sus centros laborales por participar en política. A otros se les ha limitado en su opción política.
La reforma impulsada por Vizcarra se ha prestado al fraude y su partido lo encabeza. No es una anécdota; es un fraude político grotesco. Si así nacieron, ¿qué más podrían hacer sus cabecillas cuando tengan curules o ministerios? ¿Cómo es posible que estas organizaciones continúen inscritas y postulen candidatos con total impunidad? Lo mínimo que tendría que pasar es que les quiten la inscripción y el Reniec debería recuperar de manera urgente su trabajo de validar las firmas.
Hay quienes tratan de minimizar el escándalo diciendo que “siempre fue así”. Como si el fraude fuera una costumbre admisible.
La afiliación a un partido es una decisión voluntaria y no una trampa. Martín Vizcarra ahora suma a sus acusaciones delictivas esta nueva acusación por falsificación. La pregunta de fondo es: ¿podemos confiar en el sistema electoral? ¿Qué otras ilegalidades les permitirán a más de un partido político?