Moíses Mamani (Luis Centurión/Perú21)
Moíses Mamani (Luis Centurión/Perú21)

Muy probablemente, el ahora presidente de la República pensó en su momento que PPK tampoco sería vacado en un segundo intento. Desde Canadá, donde era embajador, vio el inoportuno indulto a Alberto Fujimori y con ello la permanencia de Kuczynski en el poder. A Martín Vizcarra lo hostigaron y trataron de traidor por no afirmar públicamente que renunciaría a la vicepresidencia si había vacancia.

Así como con los ‘vladivideos’, nadie imaginó, pese al canje que significó el indulto, que la voceada compra de votos y de conciencias parlamentarias sería develada y evidenciada con bochornosos videos que desnudaban a los actores de semejante ilícito. Sin las grabaciones del congresista de Fuerza Popular Moíses Mamani, Martín Vizcarra no estaría hoy en Palacio de Gobierno.

La frase más importante del discurso del presidente Vizcarra ante el Congreso fue: “Debe acabar la política del odio y la confrontación”. Lo decía quien vivió ambas desde el primer día de gobierno. Vio pasar ante sus narices el deseo de ese Ejecutivo de destruir al fujimorismo que perdió por cerca de 33 mil votos ante PPK.

La gran lección que dejan los videos del congresista Mamani y sus consecuencias es que los peruanos no queremos el ‘anti’ porque permite todo, hasta la repugnante compra de votos. Además desbarata partidos, generando enconos y malquerencias. Kenji Fujimori terminó siendo un destructor de su organización política, se envaneció. Él y su padre se convirtieron en los operadores de PPK, protagonizando un travestismo político digno de una antología de la traición.

Los asesores íntimos de PPK lo llevaron al despeñadero, dividieron también al Apra y a cualquier grupo organizado que estuviera por la vacancia. Ninguno de los protagonistas del ‘anti’ avizoró que provocaría reacciones inteligentes como filmar el delito. Menos que una organización fuerte como FP se defendería de los ataques. El Ejecutivo anterior desprestigió a los partidos con caudal electoral e historia, también al Congreso como institución. El ‘monopropósito’ era quedarse a como diera lugar.

Revise los lemas del kenjismo contra FP, ejemplo: “La libertad vencerá al miedo”. A la luz de lo vivido, evidencian una gran psicopatía. Se ha buscado desacreditar al congresista Mamani: que no reconoce a su hija, que no recuerda dónde terminó la escuela (los analfabetos pueden ser congresistas).

El Perú es multicultural, Mamani es un aimara que de bobo no tiene nada. Sabe que lo criticarán, pero los videos que grabó astutamente y con maña nos libraron de un régimen corrupto. Tal vez sea mal padre –él pide pruebas– aunque eso no invalida las contundentes evidencias que mostró. Si uno vuelve a escuchar sus conversaciones con un ex ministro, parece una pieza de Moliére, donde el aparentemente despistado y tonto provinciano pone en ridículo al poderoso político. De antología.