Abimael Guzmán y Elena Iparraguirre en una foto de este 2014. Ambos cumplen cadena perpetua por los crímenes cometidos con Sendero Luminoso. (EFE)
Abimael Guzmán y Elena Iparraguirre en una foto de este 2014. Ambos cumplen cadena perpetua por los crímenes cometidos con Sendero Luminoso. (EFE)

Entre los años 1985 y 1992 –durante tres gobiernos constitucionales (el último pateó el tablero en abril de 1992)– sufrimos diariamente la demencia y la sociopatía de Sendero Luminoso. El periodismo se esforzaba por tener información sobre este grupo criminal. Era dificilísimo, no buscaban a los medios. La duda era si el aberrante y autodenominado presidente Gonzalo (Abimael Guzmán) tomaba el poder o no. También conocimos de cierta izquierda la teoría de la trenza que incluía a Sendero en la consecución de una mejor sociedad. Que no se altere nadie porque así fue.

Para bien o para mal, durante el fujimontesinismo se capturó al ‘Cachetón’ (Abimael Guzmán). Ciertamente, el mandatario no fue el estratega único. Fuimos todos: los que nos estremecimos con el cuerpo dinamitado de María Elena Moyano y el vil asesinato de Pascuala Rosado, ellas y otras víctimas como los 69 campesinos exterminados en Lucanamarca, los ronderos y por supuesto la Dircote de la Policía Nacional del Perú (PNP).

Eduardo Guzmán y yo anunciamos la captura en el espacio televisivo que conducíamos. Yo me fui al Haití luego del programa y encontré al vate Antonio Cisneros, le transmití con júbilo la feliz noticia. No me creía, pensaba que era broma. Era tan omnipotente y mortífero el miserable Abimael Guzmán que muchos lo veían invencible. Luego de la euforia vinieron negociaciones no santas dirigidas por Montesinos: la torta por el ‘cumple’ del asesino, el permitirle convivir en prisión con su pareja. Se firmó un acuerdo de paz. La paz resultó coja. Hasta hoy un grupo de senderistas –dizque críticos del acuerdo– están en el Vraem y matan cuando pueden a las fuerzas del orden, amén de haber secuestrado niños y mujeres para su causa.

En la Universidad de San Marcos, en el magisterio y en otros espacios surgió el Movadef con cierta fuerza. Pretendieron ser grupo político, no prosperó. Se enquistó entre los maestros, tienen lotizados y amedrentados el comedor y la vivienda universitaria. Los senderistas son tenaces porque creen con fanatismo en su estúpida ideología. Pero hasta hoy no podemos declarar ilegal al Movadef. La Fiscalía y el Poder Judicial se tiran la pelota.

Este régimen nos dijo que 4,819 maestros firmaron por el Movadef, luego de que hay cerca de 250 profesores que, habiendo cumplido pena por terroristas, están en el magisterio. Sendero no tendrá más la capacidad de aniquilación que mostró. Pero nos seguirá perturbando si de una vez por todas no lo enfrentamos con inteligencia y unidad. Ver las mezquindades entre los ex miembros del GEIN es una muestra de lo absurdos que podemos ser ante un enemigo tan cruel. Ahí sí viene a cuenta el eslogan: ante el terrorismo, “Perú una sola fuerza”.

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