notitle
notitle

Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Escritora

Una ropa encontrada bajo la tierra es la evidencia del alma de la persona que la vistió. Duelen sus manchas de sangre, sus agujeros, sus zonas descosidas. El silencio de la ropa rescatada de fosas comunes, en la película NN de Héctor Gálvez, trae el dolor de una generación entera de peruanos golpeada irreversiblemente por la violencia. Una mujer acaricia la chompa de su esposo desaparecido, sus manos tratan de atrapar el tejido que ella misma remalló antes de que él se fuera de casa; y nosotros, los espectadores, estremecidos, ingresamos a una zona de la experiencia humana que nos era hasta entonces imposible imaginar.

Gálvez ha enfrentado el difícil tema de los desaparecidos del conflicto armado con esta historia de un grupo médicos forenses que tratan de desenterrar restos para ofrecer a los deudos algo –un hueso, un pedazo de ropa– para dar sepultura a sus muertos. Una película magistralmente construida con silencios y sutilezas, llena de objetos que hablan de nosotros, cajas de cartón llenas de huesos, apiladas de cualquier forma en el techo del Ministerio de Justicia. NN sacude e impacta profundamente porque es una película sobre la compasión, en un contexto en el que pareciera que todo arde. Cuando miramos atrás solemos ver injusticia y crueldad. Pero Gálvez ve además otra cosa: un grupo de personas que trabajan con la muerte día a día para ofrecer a otros la posibilidad de poner un punto final a una larga historia de dolor e indiferencia. NN habla de injusticia y horror a través de la historia de un hombre–magníficamente interpretado por Paul Vega–que trabaja en un mundo de procedimientos, frío y numerado, pero que al presenciar el dolor ajeno, duda de las estructuras sólidas que sostienen su existencia, movido por la compasión.

El imperio de la corrupción y la pobreza moral en la que vivimos en este país nos da la impresión de que no avanzamos, pero algo tiene que estar cambiando en la cultura para que exista una película como NN, que se ha estrenado poco después de Magallanes: dos películas extraordinarias sobre las heridas de la guerra interna, hermanadas en su deseo de comprender las consecuencias de la guerra y los mecanismos de resistencia que operan en nuestra sociedad para hacernos cargo de esas heridas. En un mundo repleto de historias sobre injusticia y horror, estas películas nos conmueven por su conocimiento de lo humano, nos invitan a cruzar puentes, y a seguir desenterrando cosas para que nuestras almas encuentren su lugar.